domingo, 31 de mayo de 2009

Las 3 caras de la moneda (Cap 5)

Este fin de semana habrá un concierto rock en la ciudad de varias bandas que me gustan. Me alegró la noticia, ya me hacía falta ir a mover la cabellera, que ahora es corta por eso de la buena imagen que debemos dar como médicos. Vi el calendario cruzando los dedos para que ese día no tuviera guardia y efectivamente así era, mala suerte de nuevo. Pero no ha sido tan malo como otras veces en las que me he perdido fiestas de cumpleaños, despedidas de amigos, reuniones de generación, la boda, etc. Me limitó a mandar mensajes de felicitación desde mi celular, odio tener que hacer eso porque nunca será lo mismo que estar ahí. “El médico es el esclavo directo de Dios. Trabajas y trabajas pero siempre tiene algo de divino” me dijo el Dr. Huerta cuando le comenté porque me sentía un poco desanimado. Ser “esclavo de Dios” no es algo que me anime mucho, pero de que todo esto tiene algo de divino si que lo es. Hablando de cosas divinas, hoy llegaron tres ángeles al hospital, dos enfermeras y una dermatóloga, la Dra. Julia González. No se quien se encargó de seleccionarlas pero las tres han causado buen impresión entre el personal masculino del hospital, entre los más entusiasmados esta mi compañero Médico Interno Carlos Goitia que no ha disimulado para nada su inevitable atracción hacía la Dra. González. Yo me limito a establecer una relación meramente laboral, mis estrategias para buscar otro tipo de relaciones no son tan obvias o al menos eso creo.
Goitia ha presentado un repentino gusto por la dermatología al grado de vérsele pasear por el hospital con un par de libros sobre el tema y se preocupa por cada paciente al que le llega observar algún problema en la piel que a veces ni el mismo paciente había notado. Sus diagnósticos van desde pequeños nevos (lunares), verrugas, melasma (paño), quemaduras solares, hasta psoriasis, vitíligo, dertmatomicosis, etc. lo cual lo obliga siempre a consultar la opinión de la bella Dra. González que en un acto de amabilidad y agradecimiento por el interés de mi compañero en su área de la medicina, le explica pacientemente todo lo que él pregunta o comenta. No se por cuanto tiempo más le funcioné todo eso, si es que le esta funcionando realmente. La doctora recibe toda clase de invitaciones por parte de los otros médicos especialistas y residentes, a cenar, al cine, a dar una vuelta, etc. Ella debe estar acostumbrada a todo ese tipo de cosas, pero al ser recién graduada de su especialidad y al llegar a su primer hospital ya no como residente, sino como toda una dermatóloga debe exigir un poco más y un médico interno no esta en el menú de hombres como el que una mujer como ella pudiera elegir, Goitia lo sabe, por eso se ha lanzado como un kamikaze a la conquista de ella, no tiene nada que perder y por otro lado, esta aprendiendo mucho sobre dermatología.
Recién tuve la oportunidad de presentarme con una de las nuevas enfermeras de nombre Carmen, algunos la llaman carne, una broma machista de muy mal gusto por supuesto, pero no niego que me hizo gracia la primera vez. Su situación no es muy distinta a la de la Dra. González. Realmente es bonita y al parecer de un carácter fuerte, después de dos semanas de haber llegado y rechazado a la mayoría de los que se acercaban para invitarla a salir o algo más, ha dejado muy en claro que no tiene el menor interés en conocer algún hombre, por lo menos no ha nadie de este hospital. Con esos antecedentes prefiero mantener la distancia y evitarme más problemas de los que habitualmente tengo. Sin embargo es inevitable sentir cierto magnetismo cuando se esta cerca de ella, prefiero mil veces canalizar yo mismo a mis pacientes a que ella este presente haciéndolo mientras hago el interrogatorio para la historia clínica. Me pone nervioso saber que esta ahí y aunque no la voltee a ver, su perfume inunda el área por lo que si no me controlara me la pasaría suspirando entre cada palabra que dijera. Pero gracias al gran control y dominio de la mente que se nos ha dado como humanos, sólo en algunas cuestiones, he logrado disimular todo lo anterior y simplemente me comportó indiferente ante su presencia. Evito hacer chistes, tratar de sacarle conversación o llamar su atención de alguna manera. Me limito a preguntarle cosas sobre los pacientes y a saludarla y despedirme sin tanta caravana como lo suelen hacer los demás he notado que no le agrada eso.
Goitia no andaba muy bien hoy, al parecer se le había acabado el encanto con la Dra. Gozalez, era obvio que eso tenía que suceder pero como es mi amigo no se lo quise decir yo para que no lo tomara a mal, tenía que darse cuenta por si mismo de que darle más carga de trabajo a la doctora con todos los pacientes que él solía llevarle no era una manera de acercarse a ella. Me comentó que ella le dijo que las respuestas a sus dudas las resolvería mejor en los libros y que ella no puede darle el mejor ojo clínico para acertar en los diagnósticos, eso lo tiene que ir formando cada médico con base en su experiencia y no tanto en lo que los demás le digan sin buscar por si mismo las respuestas. Todo me sonó a una conversación entre un excitado Padawan y su sexy maestra Jedi despidiéndolo para que el mismo encuentre “la fuerza”. Ahora vagaba sólo por el hospital con un montón de expedientes de pacientes de los que aseguró que el mismo se haría cargo. La terapia de trabajo siempre ha sido una buena forma de mantenerse ocupado y no pensar en los problemas personales preocupándose por los problemas de otras personas, si un poco absurdo pero a los médicos nos funciona. A mi no me fue tan mal, sin querer hice reír a Carmen mientras lidiaba con un abueloma, esos ancianos que seguido traen al hospital por que una de sus 15 enfermedades se le ha complicado, por lo que a veces adquieren un status de clientes frecuentes o derechos de antigüedad y exigen de todo: ser atendidos primero, enfermera personal, mejor comida que los demás pacientes, tratos especiales como si fuera de una condición real del hospital. No hay derecho de antigüedad en cuanto a pacientes, ni mucho menos gratificaciones por se cliente frecuente y preferir nuestros servicios, se los repito de vez en cuando. Finalmente pude hacerle entender al viejo todo lo anterior y lo obligué a disculparse con las enfermeras a las que había gritado, entre ellas Carmen que ni con sus encantos había hecho tranquilizar al abuelo. Me felicitó por haber hecho buen trabajo y me sonrió varias veces el resto de su turno. Al despedirse me regaló una última sonrisa y un “hasta mañana” que me duró hasta el día siguiente cuando la vi llegar y ambos nos dimos los buenos días al mismo tiempo, fue entre encantadoramente penoso pero gracioso. M hubiera quedado a hacerle platica pero fui solicitado por el Dr. Huerta para explicar algunas anomalías con unos pacientes, al parecer estaba muy molesto. Al llegar al área de hospitalización Goitia no tenía muy buena cara mientras recibía tremendo regaño que inmediatamente fue extendido hacía a mí y a Nico que por si fuera poco había llegado tarde esa mañana. Goitia se saturó de trabajo y no había pasado bien algunas indicaciones, se le había retirado sonda a un paciente que no debía y cambiado dietas a otros dos. Nico no había hecho las altas de los pacientes que le habían tocado. Recordé que había olvidado anotar la dosis de un medicamento en el expediente de un paciente por lo que seguro también rodaría mi cabeza pero no, en cambió se me felicitó por ser el único que no había perdido la cabeza y tenia en orden sus expedientes. Me alegró un poco que no se hubiera dado cuenta de mi error por lo que rápidamente busqué el expediente para corregirlo y ya alguien había anotado las dosis y el horario. Quien sea que hubiere sido le debía una.
Por lo pronto le ayudé a Goitia a corregir sus errores. Estaba pasando por esos momentos de crisis aguda degenerativa, esas veces en las que todo va bien y de repente algo hace que suceda lo contrario y va de mal en peor y sólo con apoyó emocional y algún pequeño golpe de suerte se sale a tiempo antes de la autodestrucción laboral nos haga estallar y mandar todo a la mierda. A Goitia ese golpe de suerte le llegó ese mismo día cuando la Dra. González lo invitó para que la acompañara a un simposium y coctel que ofrecía una compañía farmacéutica de productos dermatológicos. Goitia parecía haber recuperado la energía perdida y fue el primero en terminar todos sus pendientes y se esfumó a la hora de la salida. No había visto a Carmen durante la mañana, temporalmente estaba en el área de pediatria cubriendo a otra enfermera que faltó ese día. No se veía muy contenta cuando le dijerón que tendría que ir allá así que decidí hacerle una visita, cuando llegué un residente se encontraba hablando con ella y parecían muy entretenidos. Mala suerte. A veces olvido que él medico interno no sólo es el elemento más joven de los hospitales, sino el que se encuentra en la base de la pirámide de poder por lo que sus aspiraciones no deben ser mayores a las que le permitan tener sus superiores, eso nos repite el Dr. Gomez. Después de todo no esperaba llegar a nada con Carmen. Me retiré a terminar mis pendientes, ya tenía una hora de retraso.
Siempre es un alivio salir del hospital con la sensación de haber terminado todo el trabajo. Es difícil disimular la alegría que a veces siento al cruzar la puerta de salida. Como si el destino quisiera jugarme una broma ahí estaba Carmen esperando su transporte justo donde yo espero el mío. Si se ve muy bien con el uniforme dentro del hospital, fuera de él es mucho mejor. Al principio traté de hacer de cuenta que no me sorprendía verla y fingir demasiado cansancio como para hablar pero fue inevitable al verla sonreír y dirigirse a mí como si le diera gusto verme… ¿le daba gusto verme?.
- ¿Ya vas a casa? – su voz fue una caricia en mis oídos.
- No, bueno si, pero antes pasaré a comprar algunas cosas para mi casa ¿Qué tal estuvo tu día? – Mentí sobre ir de compras por verme más interesante pero suelo cagarla cuando trató de ser más interesante y es cuando consigo de mala gana ser interesante. ¿No es interesante?
- Bien, pero ya sabes como es cansado estar en el hospital. Pediatría es la locura… –
Y comenzamos hablar y hablar, se nos pasaron 2 camiones antes de que nos subiéramos al que nos llevaría a nuestro destino y seguimos hablando y riendo, no parecía ser la chica fría y seria que todos comentaban, quizá sólo era un escudo que se ponía para entrar al hospital y se lo quitaba cuando salía. A mi eso de los escudos no me funciona bien. Cuando llegó el momento de bajarnos nos dimos cuenta que íbamos hacía el mismo lugar. - ¿No ibas a ir de compras? – Me preguntó sonriendo burlonamente, - Creo que mejor iré mañana, estuvo buena la plática - . Al parecer le agrado que prefiriera ir conversando con ella que hacer lo que supuestamente tenia que hacer. Nos despedimos en una esquina donde cada quien debía seguir su camino y no deje de pensar en todo eso hasta el día siguiente.
Goitia no llegó al pase de visita, Nico y yo lo cubrimos diciendo que se había sentido mal y no había podido llegar a tiempo. Una hora más tarde llegó al hospital portando una gran sonrisa que nadie que este enfermo podría tener. Su pseudocita con la Dra. Gonzalez había estado mejor de lo que había planeado, no sólo se pavoneo con ella durante el evento, si no que pudo robarle un beso al final y aunque después de eso no pasará nada entre ellos, para Goitia era una victoria bien lograda. El único que no andaba muy feliz era Nico, había quedado de salir con su novia, una estudiante de medicina de 4to año y se quedó dormido en la residencia de médicos internos por lo que nunca llegó, ni aviso, ni nada. Salir de una guardia y querer continuar el día con otras actividades que no sean dormir puede ser peligroso. Yo me he quedado dormido en el camión de ida a casa, despierto un par de colonias adelante y tengo que tomar otro camión para regresar a donde tenía que bajarme. Nico perdió su cita y aunque esta vez le esta costando una discusión con su novia, a otros les ha costado la relación. Goitia no camina por el hospital, pareciera que volara para trasladarse, sonríe a todo mundo intentando contagiarnos su alegría. A mi la única sonrisa que de verdad me podría poner feliz es la de Carmen, odio aceptar que me gusta y que ahora soy uno más en la lista de los que la acecha para salir con ella, aunque yo ya salí con ella. Bueno, no fue una cita como tal, pero al menos estoy un paso adelante.
Había pasado más de medio turno sin verla y de repente estaba justo frente a mí. Sonreí casi instantáneamente y ella pasó rápidamente haciéndome aun lado muy molesta, de tras de ella salió el residente con el que la había visto hablando la otra vez. Logró alcanzarla justo en las escaleras y parecía tratar de explicarle algo, ella respondió con una certera cachetada y exclamó – ¡Hasta aquí llegamos! – El retumbar de esas palabras me llegó hasta ami como una onda expansiva en una explosión. Tenía novio y no sabía, ni si quiera me atreví a preguntarle, esa era la razón por la cual se comportaba así con los demás. El residente se quedó parado mientras ella se largaba, yo seguí mi camino un poco desconcertado. Goitia que por la mañana parecía volar y repartir felicidad con su sonrisa ahora se arrastraba con una mirada de perro regañado que daba lastima, su querida dermatóloga le había dicho que lo del beso no se volvería a repetir y que desde ahora sólo hablaría con el si se trataba de algún paciente, lo peor es que ella por fin había aceptado la invitación de salir del radiólogo del hospital. Nico no disimulaba la angustia que le producía saber que las cosas estaban peor de lo que pensaba con su novia y no parecían llegar a una reconciliación. Yo luchaba contra mi decepción después de que Carmen me había dicho lo que le pasaba argumentando que no quería saber nada de hombres y mucho menos si estos eran doctores, lo cual me dejaba totalmente fuera de la jugada. Como si la estación de urgencias fuera una trinchera ahí nos refugiamos los tres con nuestras caras largas esperando que la guardia acabara pronto pero la noche apenas había empezado. Justo en ese momento en algún escenario improvisado ya se estaban afinando las guitarras para iniciar el gran concierto al que tenía tantas ganas de ir, pero recordé eso de ser el “esclavo de Dios”. Para ser esclavo tengo un bonito uniforme, vaya consuelo el mio. De repente un portazo en la entrada, seguido de un gemido de dolor nos hizo salir de nuestra burbuja depresiva lo suficiente como para ponerme de pie para entrar en acción. Una sensación de adrenalina recorría nuestro cuerpo lo suficientemente como para olvidarnos de lo que nos estaba pasando, justo lo que necesitábamos. Tomé mi estetoscopio para revisar signos vitales mientras nos informaba el paramédico la situación del paciente.
- Femenino de 48 años de edad, hipertensa, obesidad grado II, sufre ataque de crisis nerviosa con perdida de tono y fuerza muscular, cursa con disnea y…-
Aunque siempre haya problemas y decepciones en nuestra vida que nos tumben por momentos siempre habrá algo más por lo cual luchar y salir adelante, es cuestión de esperar atentos porque aunque estemos mal, siempre hay alguien que nos necesitara. El como lograr que nuestros problemas no se expandan tanto como para afectar nuestro desempeño es un verdadero reto el cual tenemos que afrontar cada momento y sólo resta lanzarse con todo y quizá con suerte podamos ganar.
8 horas después he tomado tanto café que me tiembla la mano para firmar mis notas de los expedientes, Goitia ha quedado dormido sobre su maquina de escribir como si esta fuera la almohada más cómoda que pudo encontrar. Nico duerme sobre una camilla como si fuera un cadáver. El sol empieza a salir. Quisiera poder teletransportarme hasta mi cama en mi casa y no despertar hasta varios días después. Por ahora tengo un par de horas antes de que la cafeína termine su efecto en mi cuerpo y me desconecte como si fuera un robot. Sólo por si las dudas, tengo dinero extra en caso de que me pase la parada del camión donde me tengo que bajar para ir a casa. Los rayos del sol son como latigazos en mis ojos que de no ser porque tengo que ir a casa, regresaría a resguardarme en mi frio y oscuro hospital, empiezo a creerme eso de ser esclavo.

jueves, 7 de mayo de 2009

No es otra tonta crónica del fin del mundo

El fin del mundo empezó cuando me estaba bañando. Al principio no creí que se tratara de algo tan grande, tembló un poco y se oscureció de repente, pero no pasó nada más hasta después. Terminé de bañarme, me vestí y salí a la calle como muchos curiosos más para comprobar lo que decía mi madre. El cielo estaba totalmente negro, no había ni una sola estrella, ni se veía la luna, algunos corrían a sus casas a resguardarse del extraño fenómeno como si se tratara de un eclipse, otros sacaban sus telescopios y binoculares para observar con más detenimiento lo que sucedía, unos pocos hablaban de OVNIS, pero la afirmación que más me estremeció fue la de mi vecino, un cristiano empedernido que había tratado muchas ocasiones de convertirme a su religión y yo simplemente defendía mis puntos en contra bien ensayados sobre pertenecer a la religión y Dios. El hermano gritó eufórico a mitad de la calle - ¡Es el fin! ¡El fin de mundo! ¡Cristo viene! ¡Cristo viene! – y se dejó caer hincado con lagrimas en los ojos para orar. Por poco y le creía, pero decidí regresar a mi casa, tal vez en las noticias darían una explicación más coherente. Cuando iba entrando volvió a sacudirse la tierra un poco más fuerte y el susto hizo salir a una vecina corriendo de su casa que en el trayecto tiró una maceta de la entrada. El temblor ceso inmediatamente, me agaché a levantar la maceta y la tierra que se había regado en la entrada, las puertas de ambos departamentos estaban continuas una de otra y muy cerca. Lo que vi me sorprendió: La cara perfectamente delineada y bien formada de Jesucristo. ¡Que imaginación tengo!, pensé para no dejarme llevar, pero no podía negar que realmente era perfecta la imagen, corrí a mi casa para sacar una escoba y un recogedor para barrer eso, antes de que alguien más lo viera e hiciera de mi casa un santuario improvisado y lugar de turistas religiosos, pero al llegar al cuarto de lavado, donde guardan las escobas y demás materiales de limpieza, vi todo desordenado en el piso, pero extrañamente dos escobas y un trapeador formaban una cruz grande, como si alguien las hubiera acomodado apropósito. Coincidencia, me dije a mi mismo y tomé la escoba que estaba a mi alcance, regresé a la entrada para barrer justo antes de que entrara la vecina. – Muchas gracias vecino, que amable es, ¡usted si se va ir al cielo! ¡De verdad es el fin del mundo! – exclamó al verme barriendo y levantando su maceta, dijo que llamaría a su esposo y se metió a casa nuevamente. Su comentario me dejó un poco pensativo, pero hice un gesto negativo con la cabeza y seguí con mi trabajo. Terminé y entré a casa para ver la televisión, fui a la cocina por un poco de agua y noté que mi librero estaba un poco inclinado a causa del temblor, lo enderecé acomodando algunos libros pero cayeron algunos accidentalmente, reacomodé los que pude salvar de la caída y me agaché por los otros pero me detuve perplejo al ver que estos formaron una pirámide extraña y en la parte mas alta estaba intacta la vieja Biblia que me había regalado mi padre. ¡Que día tan loco! afirmé y recogí rápidamente todos los libros, en las noticias estaban dando un boletín especial:
“… Una extraña nube oscura ha cubierto totalmente a la tierra, se ha observado en todo el mundo. Según los reportes, los expertos aun no encuentran explicación lógica para dicho fenómeno pero ya se encuentran analizando la composición de esta nube y en las próximas horas podrán darnos alguna información. Mientras tanto se han dado a conocer distintas opiniones. Guillermo Giles un antropólogo de la UNAM ha dicho que este día corresponde con una fecha, que aun no se había descifrado completamente, del calendario Maya, pero es interpretada en una parte como una catástrofe que corresponde al fin del mundo en este 2012. Por otro lado investigadores del fenómeno OVNI vinculan los acontecimientos con algún mensaje dejado hace 2 años en campos de trigo en el norte del país por seres de otro planeta, pues según sus aparatos de rastreo y ondas de alcance están en la mayor actividad jamás registrada en la historia, hay mucha expectativa por esto. Por otro lado miles de fanáticos religiosos en el mundo aseguran que se trata del fin del mundo y se han congregado por centenares en iglesias y templos para orar… Hasta ahora es toda la información, pero seguiremos comunicando…”
Apagué la televisión, no decían más de lo que ya sabía o podía suponer, encendí la radio, la misma información. Empezaba a fastidiarme todo eso y decidí ir a la tienda a comprar un poco de pan y leche. Sólo quería una excusa para salir y ver que estaba pasando en realidad. Ya afuera vi a algunos vecinos rezando, otros predicando, algunos seguían cualquier objeto entre las densas nubes con sus cámaras de video y telescopios por eso de los OVNIS. Otros tantos salían de casa con maletas, les aterraba la idea de quedarse a ver como un extraño fenómeno podía matarlos y sin salir de casa. Fuera lo que fuera, preferían ir a un “lugar seguro”, pero en todas partes era vista la misma situación. Al llegar a la tienda pedí la leche y el pan. Justo cuando sacaba el dinero para pagar, Don Ramiro me dijo que no era nada, que lo tomara como un regalo. Sin más preguntas tomé las cosas y aprovechándome de la amabilidad me llevé un paquete de gomitas. Regresando a casa me topé con el Sr. Orozco, su familia era una de las más ricas del lugar, me saludo muy amablemente, como pocas veces lo había hecho y me ofreció uno de sus carros, pensé que bromeaba y le contesté que no tenía dinero, pero el hombre insistió y me dio las llaves de un Mustang 2011 que era de su hijo, como me encontraba a una cuadra de mi casa, decidí estrenarlo, todavía cuando estaba arriba del auto creí que el Sr. Orozco me detendría y diría que era una broma, pero no. Salí de mi casa a pie, con 50 pesos en la bolsa y regresé con un Mustang nuevo y leche y pan para la cena. Aunque me había ido bien, sabía que algo tenía de raro la actitud de Don Ramiro y del Sr. Orozco, lo cual comprobé al prender la televisión.
“…así es señores televidentes, tanto científicos, expertos y religiosos están de acuerdo con que es el fin del mundo, el extraño fenómeno no se ha podido explicar y la tierra esta cambiando peligrosamente su orbita por lo que se teme que estemos viviendo nuestros últimos momentos como raza, planeta y tal vez universo, que dios nos bendiga a todos y nos perdone por nuestras acciones…” hubo silencio en el estudio de televisión y mandaron a comerciales.
Llamaron en la puerta y me paré abrir. Ya no me sorprendería nada de lo que me pudiera encontrar. Pero me equivoqué: un comando de vecinos armado con biblias, cruces, rosarios, estampitas de santos y hasta playeras con imágenes de la virgen y “Cristo te AMA” venían a reclutarme para que fuera con ellos a pedir por nuestra salvación y la humanidad. Me sorprendió ver que en el grupo había vecinos que ni de broma se hablaban entre sí por diferencias políticas y religiosas muy marcadas y ahora ahí estaban todos: católicos, testigos de Jehová, de la luz del mundo, uno que otro mormón y cristianos tutti fruti, de esos que mutan una religión para formar otra. - No gracias, necesito ordenar un poco mi casa antes de que sea destruida - fue mi respuesta, no puedo evitar el sarcasmo en momentos críticos. Me miraron con cierta lástima afirmando que rezarían por mí y mi alma, que en el fondo ya daban por perdida, y yo por su puesto que les agradecí el detalle.
Volvió a sacudirse la tierra esta vez con más fuerza y en la televisión reportaban el mismo fenómeno por todo el mundo. Algo de lo que no me había dado cuenta era el hecho de que los animales estaban desapareciendo misteriosamente, como si fueran raptados uno por uno. Mire por la ventana hacía al basurero que acostumbraban a saquear los perros o gatos y no había ni uno, ningún ladrido o maullido a lo lejos. Busqué en los árboles algun ave o por lo menos escuchar su barullo, pero todo era silencio entre las ramas. La mayoría estaban tan preocupados por hacer buenas acciones de última hora y rezar para salvarse que nadie notaba que ya no había ningún animal en la ciudad. Yo me preocupé por Wacamole, mi perro. Pero seguro que estaba bien, si todos los animales habían desaparecido era porque quizás estaban en algún lugar más seguro. Tal vez ya era momento de empezar a preocuparme por mi… fue cuando sin querer me pregunté dónde dijeron que irían a rezar mis vecinos. De cualquier forma no quería pasar mis últimos momentos rezando.
Por si fuera poco que el cielo se hubiera vuelto negro, la tierra se sacudiera con más frecuencia que al inicio y la gente entrará en una psicosis colectiva, empezó a subir la temperatura en el ambiente. El piso se sentía caliente, como si el mismo infierno estuviera por emerger de la tierra pero también en el cielo se comenzaban a formar algunas grietas rojas, como si una gran masa de fuego se escondiera tras las oscuras nubes. ¡Realmente era el fin! No había nada, ni nadie que pudiera evitar tal cosa.
De pronto vi a wacamole entrar a la casa muy tranquilo. Olfateó un par de rincones y encontró un juguete de carnaza que le había regalado en navidad. Volvió a salir y decidí seguirlo a donde sea que fuese, tal vez el tenía un escondite seguro que podríamos compartir y por lo menos no pasaría mis últimas horas solo. Hasta el final con mi fiel Wacamole. Apenas habíamos caminado algunas cuadras y dimos vuelta en un parque donde acostumbrábamos a ir a pasear y ligar chicas juntos, debo admitir que wacamole tenía más suerte que yo, las chicas solo preguntaban su nombre, nunca el mio. Llegamos casi al centro del parque por un sendero solitario, rodeado de árboles y con un pequeño lago al fondo que parecía estar apunto de hervir. Wacamole ladró un par de veces y del cielo negro se abrió un agujero de donde descendió un haz de luz vertical y Wacamole empezó a elevarse lentamente hacía el hueco luminoso. Mi reacción fue correr y sujetarlo para que no se fuera pero yo también empecé a elevarme. La luz se hizo muy intensa y baje la mirada. Ya estábamos muy arriba cuando se escuchó un estruendo y empezaron a caer bolas de fuego del cielo que destruían todo por donde caían causando explosiones. Del piso salía lava ardiendo y se oían gritos desgarradores por todos lados de gente muriendo quemada o aplastada. Entonces supe que la hora había llegado. Ya habíamos entrado en medio de las nubes y sólo pude ver que unas manos verdes y huesudas recibían a Wacamole. Sentí una descarga eléctrica en el cuerpo y todo se volvió negro. Me desmaye.
No se cuanto tiempo pasó de eso hasta el momento en el que desperté en un lugar lleno de árboles y flores, con verdes praderas a lo lejos, un río cristalino y un cielo totalmente despejado y limpio. No se veía ningún rasgo de urbanidad por algun lado, no había nadie, por lo menos ningún humano. Sentía miedo y a la vez curiosidad por saber que estaba ocurriendo, tal vez era un sueño. Palpé mi cuerpo como se acostumbra a hacer en las películas para saber si no me faltaba nada y si realmente podía sentirme. Todo estaba en su lugar excepto por un detalle: tenía una gran cicatriz de lado izquierdo que me dolía un poco, al parecer me faltaba una costilla. Antes de que pudiera sacar mis conclusiones una bella mujer con un cuerpo descomunal y semidesnuda me llamó para comer a la sombra de un árbol donde Wacamole, luciendo ahora un par de alas y una areola, revoloteaba persiguiendo mariposas, mi ángel siempre fue un perro, eso explica muchas cosas que pasaron en mi vida. Todo me era tan familiar y tan extraño a la vez. Entonces una voz que venía de un cúmulo de nubes, las únicas que se veían en cielo, nos habló indicándonos que teníamos otra oportunidad y que esta vez no falláramos. De repente se dispersaron las nubes dejando ver un extraño objeto volador que se alejó a gran velocidad dejando una estela de luz hasta perderse en la atmosfera. - ¿Quieres una manzana? – me preguntó la chica mostrando su rostro al fin con unos bellos ojos de reptil y serpenteando su lengua. – No gracias, las manzanas me estriñen, prefiero los mangos o las naranjas – le contesté sonriendo. Me miró pícaramente, se acercó y me dio un largo beso como nunca antes me lo habían dado. – ¡Esto es el paraíso! – exclamé excitado. – Puedes apostarlo – me contestó riendo mientras me tumbaba sobre el pasto quitándome la única prenda que traía. Si de esto me esperan mil años creo que puedo soportarlo.
David Yaurima Parra
NOTA IMPORTANTE: Este cuento lo escribí hace varios meses intentando mezclar un poco de todas las teorias que conozco acerca del fin del mundo y, como en la mayoria de las cosas, darle un toque irreverente al asunto mostrando mi propia version de lo que sería para mi ese temido momento. Curioseando por youtube, buscando algún video al respecto encontré uno que recomendaré solo por el aspecto del material visual que ofrece, para nada estoy deacuerdo con dicha teoria que incluso cuenta con seguidores en todo el mundo (lo curioso es que mi cuento no andaba muy lejos de todo eso por lo que pude haber sido un profeta jojojo) pero para que no te espantes del todo, tambien recomendare otro video que es la antitesis de esa teoria para que estes informad@ y no te agarren mal parad@.
2012: El fin del mundo (Las imagenes que simulan el fin del mundo son realmente geniales y el fondo musical hace que casi casi se lo creas pero se tratá de la teoria del Hercolubus)
Hercolubus Fraude para el 2012 (Aqui la contra parte que echa abajo todo esa fantasiosa teoria, vale mucho la pena verlo, es gracioso y educativo como todo lo que nos gusta... son 4 partes pero son geniales todas.)
Gracias a mi amigo y colega Pablo A. Pastor que me pasó la información del último video para complementar este post. (Click aqui para ver su blog)

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