Epígrafe apantallador:
"El hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza." F. Nietzsche (!Salud! Jo!)
Ahora si el cuento...
Era un hombre de palabra difícil y frases cuasipoeticas, vivió entre signos de admiración de la gente que lo conocía, aunque siempre fue un interrogante su origen, finalmente acabó diciendo que era del pueblo, como todos. Devoto ateo por convicción, cristiano de ocasión, fiel mujeriego por idiosincrasia. Vivió letra por letra hasta que la edad le jugó bromas gramaticales aun en su lecho de muerte, pues puso punto final a la frase con la que sería recordado antes de poder terminarla dejando los puntos suspensivos más largos de su vida para después exclamar entre gemidos arrepentidos de dolor precordial y con el último aliento: - ¡ay Dios! – sin H.
Conclusión no tan apantallante:
Dios existe por la H... y la H es muda.
David Yaurima Parra.
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