domingo, 21 de junio de 2009

Un Medico Jedi (Cap 6)

Hoy me topé al Padre José en la cafetería, no se veía bien. Su cara asomaba una barba sin afeitar desde hace varios días. Su mirada permanecía fija en una taza de café vacía, como si quisiera llenarla de respuestas y beberlas de golpe para ponerse de pie y hacer lo que debía hacer, pero se negaba. Le pregunté si podía sentarme en la mesa, el sonrió extendiendo su mano para saludar. Odio hablar con los religiosos porque siempre creen tener una respuesta a lo que te pasa, eso hacemos los médicos también, solo que no acabamos envolviéndolo todo con una evidente necesidad de Dios y de paz interna que se vuelve un diagnostico único con un solo tratamiento. La vida no es así, no es lo que la experiencia me ha enseñado a mí, ni a muchos otros. Como era evidente que algo le pasaba la pregunta no estuvo de más.
- No se que hacer doctor, usted es el único que conoce nuestra historia y creo que es quien mejor nos podría entender – me dijo refiriéndose a idilio de amor entre la Sra. Julia y él, toda una novela podría salir de la vida de ambos y yo mismo la escribiría pero no tengo tiempo.
- No esa tan difícil como parece, usted habla y predica sobre la felicidad, es lo que todos quieren alcanzar en esta vida, por eso trabajamos, para tener dinero y lograr un estatus que nos de satisfacción. Nos enamoramos para no sentirnos solos y tener a alguien en este mundo en quien confiar. Nos agrupamos según nuestros intereses y formas de pensar y los llamamos círculo de amigos, etc. Si usted ama a la Sra. Julia y ella a usted no veo el porque perder más el tiempo pensando en que hacer. Usted sabe mejor la respuesta que yo y no porque sea un Padre, un representante de Dios, sino porque antes que todo es humano. Dios lo entenderá y lo perdonará después de no dirigirle la palabra un par de meses, ya sabe como son los amigos. –
- Me asustan un poco tus palabras, pero me asusta más darte la razón. Amo a Julia, ella fue determinante en mi vida y ya la perdí una vez. Tengo otra oportunidad pero tengo miedo de dejar todo e ir tras algo que no se cuanto tiempo pueda durar. –
- Así durara un minuto, si siente algo por ella, creo que valdría la pena. Siempre habrá algo que pueda hacer mientras aun haya vida… después solo nos queda continuar. Vaya y dígale que quiere estar con ella, rompa unas reglas y empiece a vivir, el cielo o el infierno pueden esperar, ya hizo todo el bien que pudo y no creo que de eso se olvide Dios. Después de todo solo esta amando a su prójimo, un poco más de la cuenta, pero es amor y acaso ¿No es sobre el amor que predicó jesús alguna vez? –
- Para ser un joven médico hablas como si hubieras vivido mucho –
- En esta carrera se vive con los propios problemas y con los de los demás y es como vivir de todo un poco. Por cierto, en dos días damos de alta a la Sra. Julia así que anímese –
Me despedí del Padre para dejarlo pensar, No se si todo lo que le había dicho había servido para despejar su mente o para nublarla más de lo que ya estaba. Yo tenía mis propios problemas en que pensar, pero sabía que al empezar con mis labores dejaría de preocuparme por todo eso. Lo malo es que al final del día mis problemas se iban conmigo a la cama y despertarían conmigo mientras no tratará de solucionarlos. Uno de mis problemas, el más bello de todos, se llama Carmen.
Odio admitir que indudablemente siento algo por ella, me pesa verla triste, hace 2 semanas que terminó con su novio, y aun así trata de hacer como si nada pasara. Me sonríe cuando me ve, trata de hacerme sentir bien aunque ella no lo esté y eso para mi es algo admirable. En un intento por regresarle el detalle de la sonrisa le invité un café. Cuando se lo dije me refería a ir a la cafetería por uno y conversar allá o quizá sólo querría el café y preferiría tomárselo sola y en todo caso se lo pediría para llevar y le dejaría alguna nota de animo. Una de las ventajas de que las mujeres sean impredecibles es que de vez en cuando te pueden sorprender tan maravillosamente que las hace más adorables de lo que ya eran. Carmen no sólo me aceptó la invitación del café, sino que me dijo que nos veíamos en la salida para decidir a donde ir. Se despidió tocándome el brazo de una manera que me hizo sentir como si me hubiera tomado 20 tazas de café de golpe, esos efectos únicamente suceden cuando los provocan mujeres como Carmen. Corrí a terminar mi trabajo y poner al día a mis pacientes. La mayoría me hizo el comentario de que me veía muy feliz ese día. Que más da disimular la felicidad si con eso se contagia a otros.
A quien no había felicidad que le contagiara era a Nico, las cosas iban de mal en peor con su novia y el problema no era precisamente ese, sino que todo aquello con su novia no terminaba por solucionarse o por irse al carajo. Permanecía en un limbo de discusión y negociación absurdos, reclamos y resentimientos pasados, era como si después de 2 años de relación toda aquella inconformidad y cosas que ambos se guardaron salieran a la superficie y las usaran como armas de destrucción masiva el uno contra el otro, pero nadie se atrevía a cerrar el capítulo. A pesar de que siempre hemos tratado de vivir nuestra vida en compartimentos, es decir, que los problemas de casa y otros no nos afecten en el trabajo, a veces hay situaciones que rebozan un compartimento y se derraman en el otro. Es inevitable.
Goitia en cambio, pese a los vientos que soplaban en contra para que pudiera acercársele a la Dra. González cambio su estrategia de ataque, como era obvio que no podría atacar por el frente y por ningún lado porque inmediatamente era reconocido optó por alejarse un tiempo y disimular que no pasaba nada, incluso volvió a perseguir a la chica de trabajo social con la que siempre había intentado salir y ella se había negado, curiosamente y a pesar de que anteriormente le había dicho que era lesbiana para que la dejara en paz, de repente le salio lo heterosexual y lo invitó al cine. Quizá eso hubiera impactado a Goitia hacía un par de meses atrás, pero ahora solo le emocionaba un poco, su verdadero interés estaba en otro lado. Era su indiferencia el último mes lo que finalmente había captado la atención de Zuly, la chica de trabajo social. Después de un tiempo de tener detalles con ella, Goitia se interesó por la dermatología y la dejó en paz. Zuly no podía permitirse perderse a tan peculiar admirador como lo es Goitia.
Conté cada hora que faltaba para salir, me apuré en todos mis pendientes y todavía me di tiempo de echarle una mano a Nico que parecía navegar perdido. De vez en cuando pasaba, sin querer, por donde se encontraba Carmen, me sonreía, yo le sonreía y continuábamos con nuestro trabajo con más interés. Faltando 10 minutos para que acabara el turno Carmen me habló y me dijo en el oído que me esperaría en la salida del estacionamiento, volvió a tocarme el brazo de la misma manera que la vez anterior y se dirigió a los vestidores para cambiarse. Terminé por hacer mi última curación del día y justo en ese momento, el Dr. Huerta me pidió ayuda para una cirugía de emergencia: un tipo de 40 años se había dado un balazo accidentalmente y había que sacarle una bala en el abdomen que parecía avanzar peligrosamente. No podía negarme a ayudar y dejar a mi maestro sólo, se que cualquier otro podría ayudarlo pero el me lo estaba pidiendo a mi. Mandé un mensaje con mi celular a Carmen tratando de explicar la situación, seguro se molestaría o ya no volvería a aceptarme otra invitación porque pensará que no programe mi tiempo o que tal vez no me interesa tanto. Resignado a todo lo anterior ingresamos a realizarle una laparotomía exploradora al tipo. Afortunadamente solo tenia algunas porciones de intestino perforadas y lesiones menores, la bala no toco órganos vitales, ni grandes vasos que le produjeran un sangrado mortal. En total fueron 2 horas de cirugía aproximadamente. Al finalizar me despedí del Dr. Huerta, me cambie de ropa como si no tuviera ganas de salir, una vez afuera recordaría que hoy pude haber tenido una genial cita y la perdí. Al revisar mi celular tenia un par des mensajes nuevos.
Mensaje de texto: De Carmen: “No te preocupes, estas cosas pasan. Otro día salimos por ese cafe, hasta mañana”
Realmente me desanimé, no esperaba menos. Caminé hacía la salida, tratando de que la desilusión no me pesará tanto. Antes pensé en pasar a comprar una barra de fruta a la cafetería, si hay algo peor que andar desanimado es andar hipoglucemico. Entonces la vi sentada leyendo un libro. Al darse cuenta de mi presencia me sonrió y me preguntó como había estado la cirugía. No podía creer que estuviera aun ahí, quizá se topó con alguna amiga y se perdieron tanto hablando que ni se dieron cuenta el tiempo.
- Decidí esperarte, pensé que no ibas a leer mi 2do mensaje, ya me estaba desesperando, no tenía muchas ganas de salir pero me anima mucho que te preocupes por mi, sonriéndome siempre a pesar de que andas ocupado y quien sabe que problemas tengas, eso es algo que aprecio. – Vaya sorpresa, me admira por lo mismo que yo la admiro y todo este tiempo solo era una reacción provocada por nosotros mismos. Por otro lado, el 1er mensaje me decepcionó tanto que no pensé en leer el 2do, lo olvidé. Disimuladamente revisé mi celular mientras salíamos del hospital para tomar un taxi hacía algún lugar lejos de ahí.
Mensaje de texto: De Carmen: “Siento mucho lo que dije, si quiero salir contigo, te espero en la cafetería, no tardes”.
Al día siguiente, de regreso en el hospital, ansiaba ver de nuevo a Carmen. Me la había pasado muy bien hablando con ella, me contó muchas cosas, incluso lo de su ruptura con aquel residente con quien tenía 6 meses de noviazgo, pero que no siempre habían estado juntos por cuestiones de trabajo. Sentía que ahora había llegado a otro nivel de confianza y por lo tanto acercarme a ella era más fácil. Tomé la iniciativa de llevarle un café a su área de trabajo y dejarle una nota que dijera lo bien que me la pasé el día de ayer. Me volví a topar al Padre José en la misma mesa, pero esta vez se veía diferente. Su barba estaba recortada y el cabello ya no lucía canas, se l había teñido de un color marrón oscuro, pero lo que más me llamó la atención es que vestía diferente.
- Doctor, seguí su consejo y en un mes nos casaremos y nos iremos de luna de miel a alguna playa como siempre lo habíamos planeado – Ciertamente me sorprendió.
- Felicidades Padre José –
- Sólo dime José o Pepe, como me han dicho desde siempre. Ya no soy más Padre José. Te agradezco mucho el consejo, de hecho has hecho muchas cosas por nosotros que no sabemos como agradecértelo –
- No me lo agradezca Pepe, es mi trabajo – En esos momentos es cuando piensas que vale la pena estar ahí y a veces no crees que puedas hacer tanto por alguien con pequeños detalles. Terminamos de hablar y fui buscar a Carmen. Hice una pequeña nota que pegué a su vaso y me dirigí a su área de trabajo. Iba entrando cuando un tipo con un gran arreglo de flores me bloqueó el paso y preguntó por la Srita. Carmen, alguien desde el fondo de la habitación respondió, era ella que con una sonrisa recibía el arreglo floral. La tarjeta era firmada por su exnovio. No podía disimular la emoción. Yo me di la vuelta haciendo como que no había visto nada, ella ni siquiera se dio cuenta que estaba detrás. Tomé la nota que había hecho y la tire a la basura. Esa mañana necesitaba más que una doble dosis de café americano para levantarme el ánimo. Pero decidí compartirle el otro café a alguien más. Nico se aferraba a su celular como intentando exprimirle una llamada que no llegaba. Al parecer en la última batalla con su novia ella había dado un golpe duro y esta vez las cosas ya parecían estar llegando a su fin. Le extendí mi mano con el café que era para Carmen, claro que el no lo sabia. Me miró extrañado, pero tomó el café. Sin preguntarle que pasaba me contó la situación. De verdad era algo crítico. Mi amigo ama a una mujer que a pesar del daño que le esta haciendo no puede dejar ir y es de suponerse que ella también lo ame porque si lo quisiera se hubiera deshecho de él desde hace tiempo, pero había algo que los mantenía juntos y al parecer no podían romper aun.
- Ya déjala – Le dije mientras daba un sorbo a mi café sabor “derrota matutina”.
- No puedo, la quiero mucho, la amo –
- Entonces ve por ella y dile eso, supongo que no es lo último que le has dicho en estas semanas –
- Para ti todo es tan fácil, no estas enamorado – eso dolió.
- Deja de hacerle al amor apache y búscala, dile que la amas, que si quiere seguir peleando esta bien pero que tu ya no lo harás porque no le quieres hacer daño y que si eso no le parece bien que te deje, porque tu no lo piensas hacer – me miró pensativo.
- A veces dices cosas que me sorprenden, tienes razón, cúbreme en el turno, sólo estaré fuera una hora, ya no me importa nada, se lo diré, de todos modos todo se esta yendo a la mierda y ya no hay nada que perder. Gracias por el consejo y por el café, te debo mucho.- tomó sus cosas y se largó.
Fui a ver a la Sra. Julia, se veía mejor después de la cirugía que había tenido y todo el tratamiento que le habíamos dado. Me daba gusto verla feliz, no parecía la señora amargada que siempre me arruinaba el día. El Sr. Pepe estaba a su lado sonriendo. Mañana la dan de alta y podrán hacer su vida. El hospital es un lugar donde pasan tantas cosas simultáneamente que es difícil pensar que pasen: muere alguien, nacen otros, se rompen relaciones, se fortalecen otras, hay sonrisas, hay llanto, hay dolor, hay paz.
Tuve que ir al área donde estaba Carmen porque debía llevar a un paciente para que se hospitalizara para ser operado ese mismo día. No sabia quien estaba más nervioso, si el Sr. Castro por su cirugía de próstata o yo por ver a Carmen. Aun así le dije al Sr. Castro que no estuviera nervioso, que todo saldría bien y que todo eran procedimientos de rutina y más “blablablaconsuelapacientes”. ¿Pero quien me consuela a mi? No hay “blablablaconsuelamedicos”.
Saludé a Carmen con menos entusiasmo que otras veces, le presenté a mi paciente con todo nombre, apellidos, edad, diagnostico, indicaciones y tratamientos a realizar como se acostumbra. Intente hacer una salida veloz del lugar y ella me detuvo con su mano, me preguntó si me sentía bien o que me pasaba. Me tragué el nudo en la garganta para poder hablar.
- ah, no es nada. Ya sabes que a veces las cosas no salen como uno las planea -
- si, es verdad. Mi ex novio me mando un arreglo de flores muy bonito, es un buen detalle. Me mandó una nota de perdón pidiéndome que regresemos – busqué el arreglo floral para ver en que seudo altar lo había puesto pero no lo vi por la sala, seguro lo guardó en otro lado.
- Se lo envié de regreso con otra nota de “NO GRACIAS” – sonrió por la travesura y yo porsupuesto que sonreí con ella.
- ¡Wow! Que directa. No se merecía menos, entonces ¿Estas bien? –
- Si, pero el que parece que no lo esta eres tu. ¿Me permites invitarte un café? Tú hiciste lo mismo por mí cuando me viste mal. – Mire al Sr. Castro que parecía estar desesperado en su silla de ruedas. Y claro que dije que si. Me retiré disimulando mi alegría. En el camino me topé a Goitia que estaba leyendo sobre un caso clínico de dermatología. Ahora que si lo necesitaba no se atrevía a preguntarle a la Dra. González. Por orgullo, por honor, por miedo… lo que sea pero no le hablaría porque debía demostrarle que el podía hacerlo. Yo apoyo las decisiones de mis amigos pero esa en juego un paciente así que le aconsejé que la buscara y le comentara el caso.
Al parecer las cosas empezaban a enderezarse un poco para todos, era como si el sol empezará a salir dentro del hospital y entonces una nube muy negra lo tapó:
- ¿Donde chingados esta el incompetente de tu compañero Nico? – Me preguntó el Dr. Morales. Uno de los médicos más duros del hospital. Nico se había tardado más de la hora y no tenía idea de donde pudiera estar.
- No lo se doctor, pero si necesita algo yo puedo ayudarlo mientras aparece –
- Por lo pronto dile que esta castigado de guardia extra el día de hoy y que me vaya a ver a mi consultorio. Tu lo cubrirás en la cirugía de mastectomía radical de las 3 de la tarde, si tienes algo que reclamar dímelo ahora –
- No, nada, todo bien. A las 3pm estaré en el quirófano – ¡Maldita sea! Nico me las pagará cuando lo vea, eso me pasa por andar arreglando cosas que no son de mi incumbencia. Ahora tendría que explicarle a Carmen que saldría muy tarde y que el café tendría que esperar para otro día. Cuando llegué de nuevo al área donde estaba la vi besándose con su exnovio el residente. Sentí como si cientos de bisturí se clavaran en mi pecho atravesándome, mi corazón sufría un infarto súbito por exceso de dolor y mi cerebro se colapsaba convirtiéndose en una gelatina de limón que con gusto me comería pero nada en mi cuerpo reaccionó por 60 largos segundos.
Nico venía llegando al hospital con una gran sonrisa y parecía como si lo hubieran cambiado por uno nuevo, me saludo dándome la buena noticia de que las cosas con su novia se habían resuelto muy bien y que seguirían adelante. No le importó cuando le dije que estaba castigado de guardia extra, ni se asustó porque el Dr. Morales quería verlo. Caminé por el largo pasillo hacía la cafetería, necesitaba tomar algo, si tan sólo vendieran alcohol en el hospital hubiera pedido un par de tragos para calentarme la sangre y continuar, pero sólo me daba para un par de juguitos que deseaba estuvieran fermentados aunque sea un poquito. Goitia me vio y me contó que su amada Dra. González lo felicitó por el diagnostico que hizo y le propuso presentar el caso en la sesión médica dentro de dos semanas, lo cual significaba que tendría que verla más seguido para comentar las pruebas, las fotos, la bibliografía y la presentación. Me agradeció el consejo y se despidió deprisa. Tenía que ir a hacer la historia clínica completa de su paciente.
Me senté en la mesa en la que el ex Padre José se sentó las últimas veces que lo vi en la cafetería. Curiosamente desde ese punto se tenía una vista general de la cafetería que no había notado. Al fondo se observaba una pequeña capilla donde un cristo, que curiosamente no estaba crucificado, sino de pie como invitando a pasar a la capilla, me guiñó el ojo y no se si lo hizo por burlarse o como un signo de animo pero lo miré molestó. Una enfermera se me acercó con una pila de expedientes en el brazo.
- Doctor, hay mucho trabajo en la consulta de medicina general, necesitamos que apoye y me enviaron a buscar a los médicos internos que estén desocupados, le dejó estos expedientes. – ¿Que clase de patada en los huevos es esta? Tomé los expedientes y bebí de un trago mi jugo de mango sin hacer gestos, me puse de pie sin decir nada. “Hay que vivir la vida en compartimentos” No puedo dejar que mis problemas personales interfieran con mi desempeño como médicos, ¡no puedo! No es un buen día para mi, definitivamente no lo es, los pacientes de seguro tampoco tienen un buen día, por algo han venido a consulta. Hare todo lo que tenga que hacer y me largaré a casa cuando todo esto termine, necesito alejarme de aquí al menos hoy. Di todas las consultas que me tocaron, ni si quiera me di cuenta del tiempo y me perdí la hora de la comida. Eran las 2:59pm y estaba despidiendo al último paciente, me di prisa para llegar a la cirugía, corrí por los pasillos hasta llegar al vestidor del quirófano, no había trajes quirúrgicos disponibles, me puse uno que era una talla menor de la que uso. Faltaban cubrebocas y gorros y la enfermera se demoró en darme unos. Entre al quirófano por fin y estaban a punto de empezar.
- No podíamos empezar sin usted, que bueno que nos hace el honor de acompañarnos - Dijo irónicamente el Dr. Morales.
- Disculpe el retraso, estaba dando consultas y no terminaba y… -
- No me digas nada, ya se que eres de esos médicos muy ocupados, pero tendrás toda la tarde y la noche para explicarme todo eso porque te quedas de guardia extra, ¿tenias algo importante que hacer? –
- No, nada – Traté de contener la bomba de maldiciones y mentandas de madre que esperaban a estallar de mi boca.
- Eso mismo esperaba que respondieras, buen chico. – Iniciamos la cirugía. Corta. Seco. Corta más. Seco más. Abre. Yo separo. Sostengo, limpio, secó, cortó hilos y el no deja de hablar y ensañarse conmigo. A mi mente viene la escena de Carmen besando al residente y un pinzaso en mi mano me regresa a la cirugía. Por fin vamos a cerrar después de un par de horas. El Dr. Morales me deja suturando porque ya empezó su programa favorito en la TV y me ordena que al terminar le llevé un café al cuarto de médicos. Sólo le digo que sí y me concentro en hacer bien mi trabajo.
Mañana estaba de guardia y ahora pasaré dos días seguidos aquí en el hospital, trató de mantener la calma, de no desesperarme. Quisiera tener algún amigo a quien decirle todo esto y desahogarme pero el hospital no es un bar donde puedes hacerte de amigos de una noche y decir todo lo que te pasa al fin y al cabo que no los volveré a ver. Aquí hay un perfil que mantener, el de médico. Necesito un cigarro que no es bueno para mi salud, ¡pero a quien le importa! Me merezco uno, ¡claro que si! Saldré por uno y me lo fumaré en cámara lenta mientras dejo que el humo se lleve todo lo malo de este día, aunque para ser sinceros necesitaría fumarme una cajetilla entera.
El estacionamiento es el lugar ideal y allá voy. Carlitos el conserje siempre tiene cigarros y me llevó bien con él por lo que me regalo un cigarro sin hacerme más preguntas. Ya en el estacionamiento enciendo mi cigarro, siento como la nicotina se filtra por mis alvéolos y pasa a mi sangre llegando a mi cerebro como un suave golpe que me relaja y saboreo ese momento de paz mientras suelto el humo lentamente. A lo lejos veo una pareja besándose recargados en un automóvil lo cual me recuerda a Carmen y al residente y hasta parece que los viera, pero a quien en realidad estoy viendo es al residente besando a otra mujer que no es Carmen. Me escondo para no ser visto por ellos y termino mi cigarro recargado en la pared. No se lo diré, no es mi problema, pensará que lo invento porque quiero estar con ella. No soy el indicado para decírselo. Nico entra a la escena, tenemos un parto que atender así que tiro mi cigarro sin acabar y vamos a darle la bienvenida a un nuevo humano.
La noche transcurre rápido, apenas puedo sentir mis pensamientos, termina mi guardia de castigo y quisiera irme a casa pero inicia mi turno de guardia. Hoy llegan un grupo de estudiantes de medicina que viene a prácticas en el hospital. Uno de ellos me pregunta.
- ¿Que tal es el internado? -
- ¡Genial! lo mejor que te tocará vivir al salir de la escuela – Eso fue lo mismo que me respondió un Medico Interno hace un par de años atrás cuando aun era estudiante y de verdad que le creí y por eso me esforcé más por llegar hasta aquí. Mis ojeras, mi cabello seco y mi barba sin afeitar podrían decir lo contrario pero mi sonrisa lo disimula bien. Voy a despedirme de la Sra. Julia y el Sr. Pepe, me prometen mandarme una postal de su luna de miel. Les doy las gracias y los veo irse de la mano por la entrada principal. Otra misión cumplida. Regreso al campo de batalla para ser asignado a otra misión. En la consulta llega mi primer paciente, un niño de 8 años llamado Juan que es fan de Star Wars, platicamos un poco del tema porque a mi también me gusta y estuvimos de acuerdo en que Anakin la cagó al irse al lado oscuro. Tuve que inyectarlo pero el no se quejó, ni opuso resistencia, se portó muy valiente y todavía me dio las gracias.
- ¿A que se debe que seas tan valiente? – dije mientras anotaba en su expediente.
- ¡Soy un Jedi! Usted también puede serlo – Me dice seriamente.
- Suena bien, ¿Me nombrarías caballero Jedi? –
- No puedes ser caballero Jedi, tu eres Médico Jedi – el caso es que tengo algo de Jedi y me agrada.
- Recuerda que como Médico Jedi no debes sentir odio, ni amor, debes entregarte a la Fuerza y hacer el bien. ¡El lado oscuro nos persigue siempre! – Entonces me cae como agua fría el consejo de aquel niño. Tiene mucha razón. En este trabajo no se pueden permitir todo eso si no se controla. Vaya que me ha dado una lección y sonrió porque no imaginé que pudiera darme alguien así semejante consejo.
- ¿Y cual es tu nombre de Jedi? – Le pregunté y al parecer no había pensado en eso.
- No lo se, no tengo uno –
- Bueno Juan, como eres muy valiente y sabio, yo te nombro “Obi Juan Kenobi”- Al parecer el nombre le encantó mucho, a la que no le hizo mucha gracia fue a la madre quien tendrá que lidiar un tiempo más con el fanatismo de su hijo.
- ¡Hasta pronto Obi Juan! –
- Que la fuerza lo acompañe Medico Jedi –
- Igualmente colega Jedi –Tomo mi “pluma láser” y firmo su expediente.
Salgo para llamar a mi siguiente paciente y a lo lejos veo a mi princesa Amidala saludando al Residente del lado oscuro. No me siento tan mal por que la Fuerza esta conmigo y no puedo distraerme de mis misiones. Ya habrá tiempo para enfrentarse a lado oscuro y entonces parece como si escuchara el tema de Stars Wars de fondo en mi cabeza mientras cierro la puerta para atender a mi siguiente paciente.
David Yaurima P.

domingo, 31 de mayo de 2009

Las 3 caras de la moneda (Cap 5)

Este fin de semana habrá un concierto rock en la ciudad de varias bandas que me gustan. Me alegró la noticia, ya me hacía falta ir a mover la cabellera, que ahora es corta por eso de la buena imagen que debemos dar como médicos. Vi el calendario cruzando los dedos para que ese día no tuviera guardia y efectivamente así era, mala suerte de nuevo. Pero no ha sido tan malo como otras veces en las que me he perdido fiestas de cumpleaños, despedidas de amigos, reuniones de generación, la boda, etc. Me limitó a mandar mensajes de felicitación desde mi celular, odio tener que hacer eso porque nunca será lo mismo que estar ahí. “El médico es el esclavo directo de Dios. Trabajas y trabajas pero siempre tiene algo de divino” me dijo el Dr. Huerta cuando le comenté porque me sentía un poco desanimado. Ser “esclavo de Dios” no es algo que me anime mucho, pero de que todo esto tiene algo de divino si que lo es. Hablando de cosas divinas, hoy llegaron tres ángeles al hospital, dos enfermeras y una dermatóloga, la Dra. Julia González. No se quien se encargó de seleccionarlas pero las tres han causado buen impresión entre el personal masculino del hospital, entre los más entusiasmados esta mi compañero Médico Interno Carlos Goitia que no ha disimulado para nada su inevitable atracción hacía la Dra. González. Yo me limito a establecer una relación meramente laboral, mis estrategias para buscar otro tipo de relaciones no son tan obvias o al menos eso creo.
Goitia ha presentado un repentino gusto por la dermatología al grado de vérsele pasear por el hospital con un par de libros sobre el tema y se preocupa por cada paciente al que le llega observar algún problema en la piel que a veces ni el mismo paciente había notado. Sus diagnósticos van desde pequeños nevos (lunares), verrugas, melasma (paño), quemaduras solares, hasta psoriasis, vitíligo, dertmatomicosis, etc. lo cual lo obliga siempre a consultar la opinión de la bella Dra. González que en un acto de amabilidad y agradecimiento por el interés de mi compañero en su área de la medicina, le explica pacientemente todo lo que él pregunta o comenta. No se por cuanto tiempo más le funcioné todo eso, si es que le esta funcionando realmente. La doctora recibe toda clase de invitaciones por parte de los otros médicos especialistas y residentes, a cenar, al cine, a dar una vuelta, etc. Ella debe estar acostumbrada a todo ese tipo de cosas, pero al ser recién graduada de su especialidad y al llegar a su primer hospital ya no como residente, sino como toda una dermatóloga debe exigir un poco más y un médico interno no esta en el menú de hombres como el que una mujer como ella pudiera elegir, Goitia lo sabe, por eso se ha lanzado como un kamikaze a la conquista de ella, no tiene nada que perder y por otro lado, esta aprendiendo mucho sobre dermatología.
Recién tuve la oportunidad de presentarme con una de las nuevas enfermeras de nombre Carmen, algunos la llaman carne, una broma machista de muy mal gusto por supuesto, pero no niego que me hizo gracia la primera vez. Su situación no es muy distinta a la de la Dra. González. Realmente es bonita y al parecer de un carácter fuerte, después de dos semanas de haber llegado y rechazado a la mayoría de los que se acercaban para invitarla a salir o algo más, ha dejado muy en claro que no tiene el menor interés en conocer algún hombre, por lo menos no ha nadie de este hospital. Con esos antecedentes prefiero mantener la distancia y evitarme más problemas de los que habitualmente tengo. Sin embargo es inevitable sentir cierto magnetismo cuando se esta cerca de ella, prefiero mil veces canalizar yo mismo a mis pacientes a que ella este presente haciéndolo mientras hago el interrogatorio para la historia clínica. Me pone nervioso saber que esta ahí y aunque no la voltee a ver, su perfume inunda el área por lo que si no me controlara me la pasaría suspirando entre cada palabra que dijera. Pero gracias al gran control y dominio de la mente que se nos ha dado como humanos, sólo en algunas cuestiones, he logrado disimular todo lo anterior y simplemente me comportó indiferente ante su presencia. Evito hacer chistes, tratar de sacarle conversación o llamar su atención de alguna manera. Me limito a preguntarle cosas sobre los pacientes y a saludarla y despedirme sin tanta caravana como lo suelen hacer los demás he notado que no le agrada eso.
Goitia no andaba muy bien hoy, al parecer se le había acabado el encanto con la Dra. Gozalez, era obvio que eso tenía que suceder pero como es mi amigo no se lo quise decir yo para que no lo tomara a mal, tenía que darse cuenta por si mismo de que darle más carga de trabajo a la doctora con todos los pacientes que él solía llevarle no era una manera de acercarse a ella. Me comentó que ella le dijo que las respuestas a sus dudas las resolvería mejor en los libros y que ella no puede darle el mejor ojo clínico para acertar en los diagnósticos, eso lo tiene que ir formando cada médico con base en su experiencia y no tanto en lo que los demás le digan sin buscar por si mismo las respuestas. Todo me sonó a una conversación entre un excitado Padawan y su sexy maestra Jedi despidiéndolo para que el mismo encuentre “la fuerza”. Ahora vagaba sólo por el hospital con un montón de expedientes de pacientes de los que aseguró que el mismo se haría cargo. La terapia de trabajo siempre ha sido una buena forma de mantenerse ocupado y no pensar en los problemas personales preocupándose por los problemas de otras personas, si un poco absurdo pero a los médicos nos funciona. A mi no me fue tan mal, sin querer hice reír a Carmen mientras lidiaba con un abueloma, esos ancianos que seguido traen al hospital por que una de sus 15 enfermedades se le ha complicado, por lo que a veces adquieren un status de clientes frecuentes o derechos de antigüedad y exigen de todo: ser atendidos primero, enfermera personal, mejor comida que los demás pacientes, tratos especiales como si fuera de una condición real del hospital. No hay derecho de antigüedad en cuanto a pacientes, ni mucho menos gratificaciones por se cliente frecuente y preferir nuestros servicios, se los repito de vez en cuando. Finalmente pude hacerle entender al viejo todo lo anterior y lo obligué a disculparse con las enfermeras a las que había gritado, entre ellas Carmen que ni con sus encantos había hecho tranquilizar al abuelo. Me felicitó por haber hecho buen trabajo y me sonrió varias veces el resto de su turno. Al despedirse me regaló una última sonrisa y un “hasta mañana” que me duró hasta el día siguiente cuando la vi llegar y ambos nos dimos los buenos días al mismo tiempo, fue entre encantadoramente penoso pero gracioso. M hubiera quedado a hacerle platica pero fui solicitado por el Dr. Huerta para explicar algunas anomalías con unos pacientes, al parecer estaba muy molesto. Al llegar al área de hospitalización Goitia no tenía muy buena cara mientras recibía tremendo regaño que inmediatamente fue extendido hacía a mí y a Nico que por si fuera poco había llegado tarde esa mañana. Goitia se saturó de trabajo y no había pasado bien algunas indicaciones, se le había retirado sonda a un paciente que no debía y cambiado dietas a otros dos. Nico no había hecho las altas de los pacientes que le habían tocado. Recordé que había olvidado anotar la dosis de un medicamento en el expediente de un paciente por lo que seguro también rodaría mi cabeza pero no, en cambió se me felicitó por ser el único que no había perdido la cabeza y tenia en orden sus expedientes. Me alegró un poco que no se hubiera dado cuenta de mi error por lo que rápidamente busqué el expediente para corregirlo y ya alguien había anotado las dosis y el horario. Quien sea que hubiere sido le debía una.
Por lo pronto le ayudé a Goitia a corregir sus errores. Estaba pasando por esos momentos de crisis aguda degenerativa, esas veces en las que todo va bien y de repente algo hace que suceda lo contrario y va de mal en peor y sólo con apoyó emocional y algún pequeño golpe de suerte se sale a tiempo antes de la autodestrucción laboral nos haga estallar y mandar todo a la mierda. A Goitia ese golpe de suerte le llegó ese mismo día cuando la Dra. González lo invitó para que la acompañara a un simposium y coctel que ofrecía una compañía farmacéutica de productos dermatológicos. Goitia parecía haber recuperado la energía perdida y fue el primero en terminar todos sus pendientes y se esfumó a la hora de la salida. No había visto a Carmen durante la mañana, temporalmente estaba en el área de pediatria cubriendo a otra enfermera que faltó ese día. No se veía muy contenta cuando le dijerón que tendría que ir allá así que decidí hacerle una visita, cuando llegué un residente se encontraba hablando con ella y parecían muy entretenidos. Mala suerte. A veces olvido que él medico interno no sólo es el elemento más joven de los hospitales, sino el que se encuentra en la base de la pirámide de poder por lo que sus aspiraciones no deben ser mayores a las que le permitan tener sus superiores, eso nos repite el Dr. Gomez. Después de todo no esperaba llegar a nada con Carmen. Me retiré a terminar mis pendientes, ya tenía una hora de retraso.
Siempre es un alivio salir del hospital con la sensación de haber terminado todo el trabajo. Es difícil disimular la alegría que a veces siento al cruzar la puerta de salida. Como si el destino quisiera jugarme una broma ahí estaba Carmen esperando su transporte justo donde yo espero el mío. Si se ve muy bien con el uniforme dentro del hospital, fuera de él es mucho mejor. Al principio traté de hacer de cuenta que no me sorprendía verla y fingir demasiado cansancio como para hablar pero fue inevitable al verla sonreír y dirigirse a mí como si le diera gusto verme… ¿le daba gusto verme?.
- ¿Ya vas a casa? – su voz fue una caricia en mis oídos.
- No, bueno si, pero antes pasaré a comprar algunas cosas para mi casa ¿Qué tal estuvo tu día? – Mentí sobre ir de compras por verme más interesante pero suelo cagarla cuando trató de ser más interesante y es cuando consigo de mala gana ser interesante. ¿No es interesante?
- Bien, pero ya sabes como es cansado estar en el hospital. Pediatría es la locura… –
Y comenzamos hablar y hablar, se nos pasaron 2 camiones antes de que nos subiéramos al que nos llevaría a nuestro destino y seguimos hablando y riendo, no parecía ser la chica fría y seria que todos comentaban, quizá sólo era un escudo que se ponía para entrar al hospital y se lo quitaba cuando salía. A mi eso de los escudos no me funciona bien. Cuando llegó el momento de bajarnos nos dimos cuenta que íbamos hacía el mismo lugar. - ¿No ibas a ir de compras? – Me preguntó sonriendo burlonamente, - Creo que mejor iré mañana, estuvo buena la plática - . Al parecer le agrado que prefiriera ir conversando con ella que hacer lo que supuestamente tenia que hacer. Nos despedimos en una esquina donde cada quien debía seguir su camino y no deje de pensar en todo eso hasta el día siguiente.
Goitia no llegó al pase de visita, Nico y yo lo cubrimos diciendo que se había sentido mal y no había podido llegar a tiempo. Una hora más tarde llegó al hospital portando una gran sonrisa que nadie que este enfermo podría tener. Su pseudocita con la Dra. Gonzalez había estado mejor de lo que había planeado, no sólo se pavoneo con ella durante el evento, si no que pudo robarle un beso al final y aunque después de eso no pasará nada entre ellos, para Goitia era una victoria bien lograda. El único que no andaba muy feliz era Nico, había quedado de salir con su novia, una estudiante de medicina de 4to año y se quedó dormido en la residencia de médicos internos por lo que nunca llegó, ni aviso, ni nada. Salir de una guardia y querer continuar el día con otras actividades que no sean dormir puede ser peligroso. Yo me he quedado dormido en el camión de ida a casa, despierto un par de colonias adelante y tengo que tomar otro camión para regresar a donde tenía que bajarme. Nico perdió su cita y aunque esta vez le esta costando una discusión con su novia, a otros les ha costado la relación. Goitia no camina por el hospital, pareciera que volara para trasladarse, sonríe a todo mundo intentando contagiarnos su alegría. A mi la única sonrisa que de verdad me podría poner feliz es la de Carmen, odio aceptar que me gusta y que ahora soy uno más en la lista de los que la acecha para salir con ella, aunque yo ya salí con ella. Bueno, no fue una cita como tal, pero al menos estoy un paso adelante.
Había pasado más de medio turno sin verla y de repente estaba justo frente a mí. Sonreí casi instantáneamente y ella pasó rápidamente haciéndome aun lado muy molesta, de tras de ella salió el residente con el que la había visto hablando la otra vez. Logró alcanzarla justo en las escaleras y parecía tratar de explicarle algo, ella respondió con una certera cachetada y exclamó – ¡Hasta aquí llegamos! – El retumbar de esas palabras me llegó hasta ami como una onda expansiva en una explosión. Tenía novio y no sabía, ni si quiera me atreví a preguntarle, esa era la razón por la cual se comportaba así con los demás. El residente se quedó parado mientras ella se largaba, yo seguí mi camino un poco desconcertado. Goitia que por la mañana parecía volar y repartir felicidad con su sonrisa ahora se arrastraba con una mirada de perro regañado que daba lastima, su querida dermatóloga le había dicho que lo del beso no se volvería a repetir y que desde ahora sólo hablaría con el si se trataba de algún paciente, lo peor es que ella por fin había aceptado la invitación de salir del radiólogo del hospital. Nico no disimulaba la angustia que le producía saber que las cosas estaban peor de lo que pensaba con su novia y no parecían llegar a una reconciliación. Yo luchaba contra mi decepción después de que Carmen me había dicho lo que le pasaba argumentando que no quería saber nada de hombres y mucho menos si estos eran doctores, lo cual me dejaba totalmente fuera de la jugada. Como si la estación de urgencias fuera una trinchera ahí nos refugiamos los tres con nuestras caras largas esperando que la guardia acabara pronto pero la noche apenas había empezado. Justo en ese momento en algún escenario improvisado ya se estaban afinando las guitarras para iniciar el gran concierto al que tenía tantas ganas de ir, pero recordé eso de ser el “esclavo de Dios”. Para ser esclavo tengo un bonito uniforme, vaya consuelo el mio. De repente un portazo en la entrada, seguido de un gemido de dolor nos hizo salir de nuestra burbuja depresiva lo suficiente como para ponerme de pie para entrar en acción. Una sensación de adrenalina recorría nuestro cuerpo lo suficientemente como para olvidarnos de lo que nos estaba pasando, justo lo que necesitábamos. Tomé mi estetoscopio para revisar signos vitales mientras nos informaba el paramédico la situación del paciente.
- Femenino de 48 años de edad, hipertensa, obesidad grado II, sufre ataque de crisis nerviosa con perdida de tono y fuerza muscular, cursa con disnea y…-
Aunque siempre haya problemas y decepciones en nuestra vida que nos tumben por momentos siempre habrá algo más por lo cual luchar y salir adelante, es cuestión de esperar atentos porque aunque estemos mal, siempre hay alguien que nos necesitara. El como lograr que nuestros problemas no se expandan tanto como para afectar nuestro desempeño es un verdadero reto el cual tenemos que afrontar cada momento y sólo resta lanzarse con todo y quizá con suerte podamos ganar.
8 horas después he tomado tanto café que me tiembla la mano para firmar mis notas de los expedientes, Goitia ha quedado dormido sobre su maquina de escribir como si esta fuera la almohada más cómoda que pudo encontrar. Nico duerme sobre una camilla como si fuera un cadáver. El sol empieza a salir. Quisiera poder teletransportarme hasta mi cama en mi casa y no despertar hasta varios días después. Por ahora tengo un par de horas antes de que la cafeína termine su efecto en mi cuerpo y me desconecte como si fuera un robot. Sólo por si las dudas, tengo dinero extra en caso de que me pase la parada del camión donde me tengo que bajar para ir a casa. Los rayos del sol son como latigazos en mis ojos que de no ser porque tengo que ir a casa, regresaría a resguardarme en mi frio y oscuro hospital, empiezo a creerme eso de ser esclavo.

jueves, 7 de mayo de 2009

No es otra tonta crónica del fin del mundo

El fin del mundo empezó cuando me estaba bañando. Al principio no creí que se tratara de algo tan grande, tembló un poco y se oscureció de repente, pero no pasó nada más hasta después. Terminé de bañarme, me vestí y salí a la calle como muchos curiosos más para comprobar lo que decía mi madre. El cielo estaba totalmente negro, no había ni una sola estrella, ni se veía la luna, algunos corrían a sus casas a resguardarse del extraño fenómeno como si se tratara de un eclipse, otros sacaban sus telescopios y binoculares para observar con más detenimiento lo que sucedía, unos pocos hablaban de OVNIS, pero la afirmación que más me estremeció fue la de mi vecino, un cristiano empedernido que había tratado muchas ocasiones de convertirme a su religión y yo simplemente defendía mis puntos en contra bien ensayados sobre pertenecer a la religión y Dios. El hermano gritó eufórico a mitad de la calle - ¡Es el fin! ¡El fin de mundo! ¡Cristo viene! ¡Cristo viene! – y se dejó caer hincado con lagrimas en los ojos para orar. Por poco y le creía, pero decidí regresar a mi casa, tal vez en las noticias darían una explicación más coherente. Cuando iba entrando volvió a sacudirse la tierra un poco más fuerte y el susto hizo salir a una vecina corriendo de su casa que en el trayecto tiró una maceta de la entrada. El temblor ceso inmediatamente, me agaché a levantar la maceta y la tierra que se había regado en la entrada, las puertas de ambos departamentos estaban continuas una de otra y muy cerca. Lo que vi me sorprendió: La cara perfectamente delineada y bien formada de Jesucristo. ¡Que imaginación tengo!, pensé para no dejarme llevar, pero no podía negar que realmente era perfecta la imagen, corrí a mi casa para sacar una escoba y un recogedor para barrer eso, antes de que alguien más lo viera e hiciera de mi casa un santuario improvisado y lugar de turistas religiosos, pero al llegar al cuarto de lavado, donde guardan las escobas y demás materiales de limpieza, vi todo desordenado en el piso, pero extrañamente dos escobas y un trapeador formaban una cruz grande, como si alguien las hubiera acomodado apropósito. Coincidencia, me dije a mi mismo y tomé la escoba que estaba a mi alcance, regresé a la entrada para barrer justo antes de que entrara la vecina. – Muchas gracias vecino, que amable es, ¡usted si se va ir al cielo! ¡De verdad es el fin del mundo! – exclamó al verme barriendo y levantando su maceta, dijo que llamaría a su esposo y se metió a casa nuevamente. Su comentario me dejó un poco pensativo, pero hice un gesto negativo con la cabeza y seguí con mi trabajo. Terminé y entré a casa para ver la televisión, fui a la cocina por un poco de agua y noté que mi librero estaba un poco inclinado a causa del temblor, lo enderecé acomodando algunos libros pero cayeron algunos accidentalmente, reacomodé los que pude salvar de la caída y me agaché por los otros pero me detuve perplejo al ver que estos formaron una pirámide extraña y en la parte mas alta estaba intacta la vieja Biblia que me había regalado mi padre. ¡Que día tan loco! afirmé y recogí rápidamente todos los libros, en las noticias estaban dando un boletín especial:
“… Una extraña nube oscura ha cubierto totalmente a la tierra, se ha observado en todo el mundo. Según los reportes, los expertos aun no encuentran explicación lógica para dicho fenómeno pero ya se encuentran analizando la composición de esta nube y en las próximas horas podrán darnos alguna información. Mientras tanto se han dado a conocer distintas opiniones. Guillermo Giles un antropólogo de la UNAM ha dicho que este día corresponde con una fecha, que aun no se había descifrado completamente, del calendario Maya, pero es interpretada en una parte como una catástrofe que corresponde al fin del mundo en este 2012. Por otro lado investigadores del fenómeno OVNI vinculan los acontecimientos con algún mensaje dejado hace 2 años en campos de trigo en el norte del país por seres de otro planeta, pues según sus aparatos de rastreo y ondas de alcance están en la mayor actividad jamás registrada en la historia, hay mucha expectativa por esto. Por otro lado miles de fanáticos religiosos en el mundo aseguran que se trata del fin del mundo y se han congregado por centenares en iglesias y templos para orar… Hasta ahora es toda la información, pero seguiremos comunicando…”
Apagué la televisión, no decían más de lo que ya sabía o podía suponer, encendí la radio, la misma información. Empezaba a fastidiarme todo eso y decidí ir a la tienda a comprar un poco de pan y leche. Sólo quería una excusa para salir y ver que estaba pasando en realidad. Ya afuera vi a algunos vecinos rezando, otros predicando, algunos seguían cualquier objeto entre las densas nubes con sus cámaras de video y telescopios por eso de los OVNIS. Otros tantos salían de casa con maletas, les aterraba la idea de quedarse a ver como un extraño fenómeno podía matarlos y sin salir de casa. Fuera lo que fuera, preferían ir a un “lugar seguro”, pero en todas partes era vista la misma situación. Al llegar a la tienda pedí la leche y el pan. Justo cuando sacaba el dinero para pagar, Don Ramiro me dijo que no era nada, que lo tomara como un regalo. Sin más preguntas tomé las cosas y aprovechándome de la amabilidad me llevé un paquete de gomitas. Regresando a casa me topé con el Sr. Orozco, su familia era una de las más ricas del lugar, me saludo muy amablemente, como pocas veces lo había hecho y me ofreció uno de sus carros, pensé que bromeaba y le contesté que no tenía dinero, pero el hombre insistió y me dio las llaves de un Mustang 2011 que era de su hijo, como me encontraba a una cuadra de mi casa, decidí estrenarlo, todavía cuando estaba arriba del auto creí que el Sr. Orozco me detendría y diría que era una broma, pero no. Salí de mi casa a pie, con 50 pesos en la bolsa y regresé con un Mustang nuevo y leche y pan para la cena. Aunque me había ido bien, sabía que algo tenía de raro la actitud de Don Ramiro y del Sr. Orozco, lo cual comprobé al prender la televisión.
“…así es señores televidentes, tanto científicos, expertos y religiosos están de acuerdo con que es el fin del mundo, el extraño fenómeno no se ha podido explicar y la tierra esta cambiando peligrosamente su orbita por lo que se teme que estemos viviendo nuestros últimos momentos como raza, planeta y tal vez universo, que dios nos bendiga a todos y nos perdone por nuestras acciones…” hubo silencio en el estudio de televisión y mandaron a comerciales.
Llamaron en la puerta y me paré abrir. Ya no me sorprendería nada de lo que me pudiera encontrar. Pero me equivoqué: un comando de vecinos armado con biblias, cruces, rosarios, estampitas de santos y hasta playeras con imágenes de la virgen y “Cristo te AMA” venían a reclutarme para que fuera con ellos a pedir por nuestra salvación y la humanidad. Me sorprendió ver que en el grupo había vecinos que ni de broma se hablaban entre sí por diferencias políticas y religiosas muy marcadas y ahora ahí estaban todos: católicos, testigos de Jehová, de la luz del mundo, uno que otro mormón y cristianos tutti fruti, de esos que mutan una religión para formar otra. - No gracias, necesito ordenar un poco mi casa antes de que sea destruida - fue mi respuesta, no puedo evitar el sarcasmo en momentos críticos. Me miraron con cierta lástima afirmando que rezarían por mí y mi alma, que en el fondo ya daban por perdida, y yo por su puesto que les agradecí el detalle.
Volvió a sacudirse la tierra esta vez con más fuerza y en la televisión reportaban el mismo fenómeno por todo el mundo. Algo de lo que no me había dado cuenta era el hecho de que los animales estaban desapareciendo misteriosamente, como si fueran raptados uno por uno. Mire por la ventana hacía al basurero que acostumbraban a saquear los perros o gatos y no había ni uno, ningún ladrido o maullido a lo lejos. Busqué en los árboles algun ave o por lo menos escuchar su barullo, pero todo era silencio entre las ramas. La mayoría estaban tan preocupados por hacer buenas acciones de última hora y rezar para salvarse que nadie notaba que ya no había ningún animal en la ciudad. Yo me preocupé por Wacamole, mi perro. Pero seguro que estaba bien, si todos los animales habían desaparecido era porque quizás estaban en algún lugar más seguro. Tal vez ya era momento de empezar a preocuparme por mi… fue cuando sin querer me pregunté dónde dijeron que irían a rezar mis vecinos. De cualquier forma no quería pasar mis últimos momentos rezando.
Por si fuera poco que el cielo se hubiera vuelto negro, la tierra se sacudiera con más frecuencia que al inicio y la gente entrará en una psicosis colectiva, empezó a subir la temperatura en el ambiente. El piso se sentía caliente, como si el mismo infierno estuviera por emerger de la tierra pero también en el cielo se comenzaban a formar algunas grietas rojas, como si una gran masa de fuego se escondiera tras las oscuras nubes. ¡Realmente era el fin! No había nada, ni nadie que pudiera evitar tal cosa.
De pronto vi a wacamole entrar a la casa muy tranquilo. Olfateó un par de rincones y encontró un juguete de carnaza que le había regalado en navidad. Volvió a salir y decidí seguirlo a donde sea que fuese, tal vez el tenía un escondite seguro que podríamos compartir y por lo menos no pasaría mis últimas horas solo. Hasta el final con mi fiel Wacamole. Apenas habíamos caminado algunas cuadras y dimos vuelta en un parque donde acostumbrábamos a ir a pasear y ligar chicas juntos, debo admitir que wacamole tenía más suerte que yo, las chicas solo preguntaban su nombre, nunca el mio. Llegamos casi al centro del parque por un sendero solitario, rodeado de árboles y con un pequeño lago al fondo que parecía estar apunto de hervir. Wacamole ladró un par de veces y del cielo negro se abrió un agujero de donde descendió un haz de luz vertical y Wacamole empezó a elevarse lentamente hacía el hueco luminoso. Mi reacción fue correr y sujetarlo para que no se fuera pero yo también empecé a elevarme. La luz se hizo muy intensa y baje la mirada. Ya estábamos muy arriba cuando se escuchó un estruendo y empezaron a caer bolas de fuego del cielo que destruían todo por donde caían causando explosiones. Del piso salía lava ardiendo y se oían gritos desgarradores por todos lados de gente muriendo quemada o aplastada. Entonces supe que la hora había llegado. Ya habíamos entrado en medio de las nubes y sólo pude ver que unas manos verdes y huesudas recibían a Wacamole. Sentí una descarga eléctrica en el cuerpo y todo se volvió negro. Me desmaye.
No se cuanto tiempo pasó de eso hasta el momento en el que desperté en un lugar lleno de árboles y flores, con verdes praderas a lo lejos, un río cristalino y un cielo totalmente despejado y limpio. No se veía ningún rasgo de urbanidad por algun lado, no había nadie, por lo menos ningún humano. Sentía miedo y a la vez curiosidad por saber que estaba ocurriendo, tal vez era un sueño. Palpé mi cuerpo como se acostumbra a hacer en las películas para saber si no me faltaba nada y si realmente podía sentirme. Todo estaba en su lugar excepto por un detalle: tenía una gran cicatriz de lado izquierdo que me dolía un poco, al parecer me faltaba una costilla. Antes de que pudiera sacar mis conclusiones una bella mujer con un cuerpo descomunal y semidesnuda me llamó para comer a la sombra de un árbol donde Wacamole, luciendo ahora un par de alas y una areola, revoloteaba persiguiendo mariposas, mi ángel siempre fue un perro, eso explica muchas cosas que pasaron en mi vida. Todo me era tan familiar y tan extraño a la vez. Entonces una voz que venía de un cúmulo de nubes, las únicas que se veían en cielo, nos habló indicándonos que teníamos otra oportunidad y que esta vez no falláramos. De repente se dispersaron las nubes dejando ver un extraño objeto volador que se alejó a gran velocidad dejando una estela de luz hasta perderse en la atmosfera. - ¿Quieres una manzana? – me preguntó la chica mostrando su rostro al fin con unos bellos ojos de reptil y serpenteando su lengua. – No gracias, las manzanas me estriñen, prefiero los mangos o las naranjas – le contesté sonriendo. Me miró pícaramente, se acercó y me dio un largo beso como nunca antes me lo habían dado. – ¡Esto es el paraíso! – exclamé excitado. – Puedes apostarlo – me contestó riendo mientras me tumbaba sobre el pasto quitándome la única prenda que traía. Si de esto me esperan mil años creo que puedo soportarlo.
David Yaurima Parra
NOTA IMPORTANTE: Este cuento lo escribí hace varios meses intentando mezclar un poco de todas las teorias que conozco acerca del fin del mundo y, como en la mayoria de las cosas, darle un toque irreverente al asunto mostrando mi propia version de lo que sería para mi ese temido momento. Curioseando por youtube, buscando algún video al respecto encontré uno que recomendaré solo por el aspecto del material visual que ofrece, para nada estoy deacuerdo con dicha teoria que incluso cuenta con seguidores en todo el mundo (lo curioso es que mi cuento no andaba muy lejos de todo eso por lo que pude haber sido un profeta jojojo) pero para que no te espantes del todo, tambien recomendare otro video que es la antitesis de esa teoria para que estes informad@ y no te agarren mal parad@.
2012: El fin del mundo (Las imagenes que simulan el fin del mundo son realmente geniales y el fondo musical hace que casi casi se lo creas pero se tratá de la teoria del Hercolubus)
Hercolubus Fraude para el 2012 (Aqui la contra parte que echa abajo todo esa fantasiosa teoria, vale mucho la pena verlo, es gracioso y educativo como todo lo que nos gusta... son 4 partes pero son geniales todas.)
Gracias a mi amigo y colega Pablo A. Pastor que me pasó la información del último video para complementar este post. (Click aqui para ver su blog)

domingo, 19 de abril de 2009

La maldición (Cap 4)

El hospital es como una burbuja donde el tiempo pasa diferente al exterior, pasa lento, y a veces pasa tan rápido que una vida se puede ir en un segundo. Todo se cuantifica en horas y minutos, a veces en segundos: hora de ingreso a urgencias, hora de nacimiento, hora de muerte, hora de inicio y término de cirugía, hora de administración de medicamentos, etc. Se esta conciente de cada hora y por eso es que pasa lento. Incluso el ruido exterior se oye a la letanía aunque la calle este a unos metros de la entrada principal, son como susurros de cláxones, motores, conversaciones, ambulancias y demás ruido al que uno se acostumbra hasta que deja de oírlos y se percata que existían. Una vez fuera del hospital todo pasa tan rápido. Es difícil de explicar. El día libre se come las horas y cuando menos pienso ya estoy de nuevo en la entrada del hospital entrando a esa gran burbuja.
Me perdí la hora de comida en el comedor del hospital, mi última paciente de la consulta de ese día tenía una severa infección pulmonar. Pude haberle recetado algunos antibióticos fuertes, uno que otro medicamento para disminuir los síntomas, hacer mis anotaciones en la hoja de consulta, mandarla a casa e irme al comedor para no perder mi único alimento bueno del día. Sin embargo, sospechaba que si la dejaba ir muy probablemente regresaría en peores condiciones. A pesar de ser una señora un tanto pedante y malhumorada, en otras ocasiones ya me la había topado en la consulta por problemas mínimos que ella quería hacer parecer grandes para captar la atención y que le hiciéramos todos los estudios posibles, incluso leerle la mano y predecirle el futuro si tuviéramos algún aparato o sistema para hacerlo. Siempre acababa metiendo una queja por escrito de cómo fue tratada. La última vez me pidió una radiografía para descartar osteoporosis por un supuesto dolor de huesos, le expliqué del mejor modo que no era necesario hasta que salio molesta del consultorio acusándome de mal médico por ser principiante, puso una queja en la dirección, por suerte me salvo la hoja de evolución y tratamiento de la consulta externa donde anoté mis hallazgos y sospechas de diagnostico que no correspondían a lo que ella alegaba y no paso a mayores, ahora entiendo el poder de la historia clínica, un testigo mudo con el que podemos salir bien librados… o echarnos la soga al cuello.
Aunque había venido un par de ocasiones después de eso, tenía 3 meses de no topármela. Esta vez su aspecto era distinto: la cara muy ruborizada, con la piel seca, la garganta irritada por la tos, su voz apagada y distorsionada por las flemas sanguinolentas que sacaba de vez en cuando, quizá algún sangrado del esófago o la misma faringe por el esfuerzo al toser, dolor generalizado pero de predilección en hombro derecho, pero lo que más me llamaba la tensión eran su ojos que parecían no poder abrirse bien del todo, ptosis palpebral se le conoce. Sus pulmones ronroneaban como un mustang lo cual para los humanos no es nada bueno, en un mustang se escucha excitante debo decirlo. Avisar al medico de guardia sobre mi hallazgo y el diagnóstico, hacer todo el papeleo para hospitalizarla y anotar las indicaciones me llevaron más del tiempo planeado pero mi conciencia estaba tranquila sabiendo que hice lo correcto… ¡pero que diablos! ¿Que entiende el hambre de buenas acciones? Era hora de recurrir al jugo de naranja barato con ese amarillo cáncer característico y la acostumbrada barra integral de “fruta”. Un pedazo de cartón glaseado sabría mejor quizá, pero como es fibra y “le hace bien al cuerpo”, como dice el comercial, me la comeré esperando llenar el vacío que el valor de una buena acción no llena.
Se quejaba de todo, de que la picaron mas de una vez para canalizarla, de que hacia frío en la sala, que la luz le daba en la cara, que el ruido de la televisión le molestaba para dormir, que la comida del hospital era un asco, que la enfermera no le hacia caso, que tenia dolor por aquí y por allá. Empecé a cuestionarme si había sido buena idea hospitalizarla, si tenia el animo de andarse quejando por todo tal vez no estaba tan mal, mis compañeros creyeron que quizá había exagerado en mi decisión o la señora había sido muy buena actriz y me engañó con toda esa simulación de angustia y convalecencia. Lo ideal hubiera sido sedarla, de hecho lo sugerí de inmediato y más de una vez, pero hay que aprender a lidiar con cada paciente.
Finalmente fue necesario sedarla. Tuvo una crisis de ansiedad por sentirse encerrada, ya había hecho demasiados corajes innecesarios, tiro su comida y le gritó a una enfermera, de repente le empezó a faltar el aire, según ella, lloró, se quedó un tiempo en silencio negándose a toda negociación para que tomara sus medicinas hasta que fueran atendidas sus peticiones de estar en un cuarto sola, televisión, buena comida y libre de ruido del exterior. Por su puesto que se rechazó totalmente sus peticiones, no estaba en un hospital privado como para pedir que se hiciera su santa voluntad. A todo esto nunca dejaba de toser. Finalmente se quedó profundamente dormida y no volvimos a saber de ella hasta la mañana siguiente. Aun sin diagnostico especifico, a cual más se le comentaba la situación de la Sra. Julia, señalaba que tenia síndrome de PVH (Pinche Vieja Histérica), de poderlo poner en el expediente lo hubiera hecho sin lugar a dudas.
Despertó y ya tenia el plato del desayuno junto a su cama el cual comió sin reclamos, bebió el jugo de manzana con sus pastillas indicadas para esa hora y se mantuvo tranquila leyendo una revista de espectáculos. Esperábamos que iniciara con sus reclamos e inconformidades pero se mantuvo quieta. Aunque seguía ahora con una tos seca. Tenía indicada una radiografía tele de tórax que no se había podido tomar ya que ayer estaba indispuesta con su escandalosa huelga.
Logré que le hicieran un espacio entre los citados a rayos X para que le tomaran su radiografía, algo no andaba bien en ella, algo me hacía pensar que no sólo era una infección de vías aéreas. Aun así me reserve mis comentarios hasta no tener algún dato además de la constante tos. La llevé en silla de ruedas hasta el área de radiología, en todo el camino no cruzamos palabra para mi ella era de mis peores pacientes y yo era el peor de los doctores, no había mucho que decirnos. Se tomó la placa, avisé que volvería más tarde por ella y regresamos en la misma situación en silencio sólo que al dejarla en su cama me dio las gracias cosa que rara vez hacía.
El radiólogo me habló para que fuera por la radiografía. Me pidió que le echara un vistazo al hallazgo: una imagen opaca bien delimitada en el ápice del pulmón derecho. Tuberculosis, tal vez cáncer, la mujer no mentía del todo. Fui a comunicárselo de inmediato al Dr. Robles, médico de guardia ese día. Después de todo no tenia el síndrome de PVH, sino algo más serio además de una infección pulmonar. Síndrome Claude Bernard Horner era el nombre correcto a su padecimiento, lo supe porque pasé parte de la tarde buscándolo, la señora tenía un probable cáncer por un tumor de Pancoast en el pulmón y habría que decírselo para ponerla al tanto. Aun desconocíamos la gravedad y situación del tumor pero por los síntomas se podía intuir que el dolor del hombro era porque ya estaba comprimiendo nervios del plexo braquial lo cual hablaba de un estadio avanzado independientemente de la hemoptisis y sus pulmones ronroneantes.
Estuve presente en la habitación cuando se lo dijeron, pero ella no pareció sorprenderse ni sentirse tan mal como hubiera esperado. Permaneció seria todo el tiempo. Con un aire de resignación ante el problema que el doctor pronosticaba como malo aun sin hacer el resto de estudios correspondientes. Ella preguntó si había algo más que hacer y la respuesta fue tan llana que podía interpretarse de diferentes maneras: - Haremos todo lo posible – dijo tan convincente el Dr. Robles que hasta yo le creí. Pero no había mucho que hacer si el tumor ya estaba invadiendo tejidos contiguos y peor aun si ya había metástasis a alguna parte del cuerpo. La señora sonrío apenas ante la respuesta y dio las gracias y salimos en silencio de la habitación. Por la noche pasé visita a todos los enfermos del área de hospitalización para saber como se encontraban, algunos ya dormían por lo que opté por no molestarlos, otros pocos no conciliaban el sueño por dolor ya sea de alguna cirugía que se les había practicado o por algún padecimiento extra: - Metamizol 1gr IV (Intravenoso) para todos, ¡yo invito! – le indiqué a la enfermera mientras anexaba mi nota en cada expediente. Pasé al área donde se encontraba la Sra. Julia, habían dado de alta a sus dos compañeras de cuarto por lo que ahora estaba sola como quería. Al parecer ya estaba dormida, pero pude oír que sollozaba acurrucada. Decidí acercarme a ver que pasaba.
- ¡No quiero morir! – me dijo mientras volteaba su cara para verme. No tenía algo preparado para decir o comentar, sabía que lo que dijera a continuación sería determinante pero no se me ocurrió nada, tan sólo decirle – Tranquila – y darle una palmada en la espalda. Ella se soltó llorando más, no esperaba que se tranquilizara realmente, quien lo haría si sabe que tiene una enfermedad de la cual muy probablemente no salga.
- Estoy enferma desde hace 5 meses, antes de venir aquí acudí a otro médico quien me diagnostico lo mismo, esperaba que tal vez se equivocara o que me dijeran otra cosa. Aquí fueron más amables que el otro medico con el que fui que me dijo que ya no había nada que hacer. Tardé un poco en venir porque me negaba a tener algo tan grave hasta que me empecé a sentir peor – La confesión me desconcertó un poco, eso explicaba porque no le sorprendió mucho que el doctor le dijera sobre su tumor.
- Esperemos que todo salga bien – Dije en un intento estúpido por tranquilizarla
- Es malo para mentir doctor, nada saldrá bien – me contestó mirando hacía la pared.
- Al menos créame que intentaremos lo que este en… -
- … en sus manos no hay mucho que hacer. Nadie espera que yo viva, hasta mi esposo a buscado otra mujer, mis hijos ya se han casado todos tienen sus propias familias, mi madre murió el año pasado y mis hermanos viven lejos, hace tanto que no hablamos. –
- ¿Hay algo que pueda hacer yo para que se sienta mejor? ¿Quiere que informe a su familia? ¿Localizamos a algún hermano? ¿A sus hijos? – saqué mi pluma y libreta.
- No, a nadie, no quiero ver a nadie. Quiero estar sola –
- Esta bien, la entiendo, me iré para que pueda estar sola, si hay algo que pueda hacer dígame – me retiré pensativo de su cama. Justo al salir me llamó de nuevo.
- Hay alguien, un Padre, se llama José no sé en que iglesia esta pero tengo su número, quiero que él venga – Me pareció muy pronto que ella pensara en traer un religioso para que le diera la bendición y todas esas cosas, pero no se me ocurrió cuestionarla al respecto, anoté el número en mi libreta y salí de su habitación.
No fue difícil dar con el Padre quien inmediatamente vino cuando le conté para qué lo buscaba. Lo reconocí por su típico atuendo y esa imagen de hombre maduro que proyectaba con sus leves canas a pesar no ser tan viejo como lo aparentaba. Llegó preguntando como estaba ella y su familia, le comenté que su familia solo sabía que estaba enferma pero no sabían de la gravedad de la enfermedad. Cuando el Padre José entró a la habitación, la sra. Julia pareció alegrarse tanto que lloró. Él se acercó con cuidado, como si apenas reconociera a quien veía. Decidí dejarlos solos para que hablaran y cerré la puerta.
Después de un par de horas decidí avisarles que la visita ya había acabado. Traté de no hacer mucho ruido al entrar, quizá estaría rezando porque le fuera mejor y no quería interrumpir tan abruptamente. Sin embargo la escena que encontré fue todo lo contrario. Ambos se encontraban de pie frente a la cama fuertemente abrazados dándose un apasionado beso. El acariciaba su cara y ella se aferraba a su cuello como dos adolescentes. Cuando intenté emprender retirada se percataron de mi presencia y automáticamente se soltaron totalmente ruborizados, como si los hubiera encontrado el padre de la novia, en este caso yo. Fue incomodo para los tres nadie se atrevía a decir algo al respecto pero fue el Padre quien habló tratando de no tartamudear.
- Siento… sentimos mucho esta situación, créame que es algo inesperado y… -
- Por favor no diga nada, es una larga historia – interrumpió la sra. Julia quien tomó de la mano al Padre José, como tratando de defenderlo.
- No se preocupe, no vi nada. La visita ya terminó, saldré para que se despidan y regreso en 5 min. – me di la vuelta y salí tratando de asimilar todo eso. Una enfermera me vio salir pensativo de la habitación.
- ¿Otra vez esa señora le gritó o le dijo algo? –
- Si, ya sabes que a veces el médico tiene que ser más paciente que el mismo paciente –
Cuando por fin salió el Padre de la habitación se despidió nervioso y me dio las gracias por todo. Entonces entré a ver a la Sra. Julia que permanecía sentada en la orilla de su cama limpiándose las lágrimas. Su mirada era distinta no sé si por el brillo cristalino que dan las lágrimas acumuladas en los ojos o por aquel encuentro furtivo con el Padre José, o ambos.
- Muchas gracias doctor, no sabe cuanto le agradezco esto, por favor no comenté lo que vio a nadie, el no tiene la culpa, no quiero que vaya a tener problemas -
- Esta bien, por mi no hay problema, deberá tener más cuidado la próxima –
- Gracias doctor y perdóneme todo lo que le he hecho anterioremente, usted es bueno –
- No se si sea bueno o no pero no hay nada que perdonar, yo también adopto malas actitudes como médico, somos humanos – la ayudé a recostarse y verifiqué que su suero pasara bien, la tapé con su sábana y le indiqué que descansara.
- El es el amor de mi vida, se que suena tonto a mi edad. Nos conocemos desde que íbamos en la primaria, pero fuimos novios hasta casi finalizar la preparatoria. A pesar de que yo fui a la universidad y el tuvo que trabajar para mantener a su familia seguimos siendo novios durante toda mi carrera, fue el primer hombre en mi vida, vivimos tantas cosas que finalmente me propuso matrimonio y yo acepté muy feliz pero mi familia no, al contrario se molestaron y lo corrieron de la casa, ya sabe, eso de que no tenía suficiente dinero para mantenerme, yo con una carrera y él con nada. Me enviaron a otra ciudad donde intenté estar en contacto con él pero en ese tiempo no se usaba eso del correo electrónico así que fue difícil la comunicación, finalmente no supe nada de él, conocí a otro hombre al que creí querer pero era porque todo mundo lo aprobaba pero yo no tanto, me casé tuve mi primera hija y entonces lo volví a ver cuando la bauticé, él fue quien la bautizó, no sabía que se había vuelto sacerdote. Entonces automáticamente volví a sentir algo por él y él por mi, nos vimos un par de veces, pecamos mucho por un tiempo hasta que decidimos dejar en paz todo eso porque solo tendríamos problemas. Me dio su número de teléfono y seguimos en contacto. Salí embarazada, mi segundo hijo es de él y por supuesto que no lo sabe, solo se parecen un poco. Viví con la culpa mucho tiempo hasta que me enteré que mi esposo salía con otras mujeres aun antes de casarnos. Hace varios años lo encontré con otra mujer saliendo de un motel, él esperaba que le reclamara algo pero creo que me sentí mejor, ya estábamos a mano, así que fui a buscar a José pero el ya se había ido a otro país. Me deprimí demasiado, empecé a enfermar más seguido, me sentía débil, me fui quedando sola conforme mis hijos se casaron y entonces enfermé aun más. Cuando supe José había regresado a México, nos vimos pero fue para decirme que ya no podíamos pecar como antes, estaban por darle un puesto alto dentro de la iglesia y había mucha gente que confiaba en él como para dar un mal ejemplo. Finalmente eso acabó con mi voluntad de vivir. He vivido en la depresión tanto tiempo. Mi vida se fue frente a mi y yo no hice nada. – Por mi mente pasaban tantas cosas que podría decir pero no había algo lo suficientemente bueno, por otro lado no había necesidad de decir nada ¿o si? Tragué saliva.
- Hoy lo volví a ver después de un año y gracias a usted. No creí que lo fuera a localizar tan rápido, es un hombre muy ocupado. A pesar de todo nos seguimos amando pero no hay nada que hacer. -
- Dios dijo que nos amemos los unos a los otros… no veo algo diferente en lo que ustedes hacen – se lo dije tratando de animarla y ella soltó una risa corta.
- Es verdad doctor, tiene toda la razón –
- Le diré que venga mañana otro rato, nadie los molestará, yo me encargo de eso –
- Gracias doctor, no se como agradecerle todo esto –
- Solo pórtese bien, tome sus medicinas, no haga berrinches con las enfermeras y coopere para que encontremos alguna solución – Me levanté de la silla donde me había sentado mientras escuchaba toda la historia, tenia que escucharla atentamente. Salí de la habitación y continué con mis actividades hasta el cambio de turno.
Por fin salí de la guardia y ahora iría a descansar a casa.
- ¿A que no sabes lo que me pasó hoy? – me preguntó emocionado Nico, mi compañero de guardia.
- No lo sé, ¿Qué cosa te paso hoy? –
- Entré a una cirugía para reconstruir el brazo de un señor que tuvo un accidente con una sierra electrica, duró 8 horas y al final quedó muy bien. ¿Tu que hiciste interesante hoy? –
- También intenté reconstruir algo… -
- … ¿Qué cosa? ¿Tu vida social? Esa ya no tiene arreglo compa, nuestra vida esta maldita desde que pisamos el primer día la facultad de medicina. –
- Si, pero hay de maldiciones a maldiciones y esta a veces se disfruta –
- Si, tienes razón, huyamos de aquí antes de que nos digan que no podemos irnos por que falta algo –
Salimos de la burbuja de concreto y cruzamos la calle para tomar el transporte a casa. Miré por la ventana como se despedía una pareja de preparatoria, como si no quisieran tener que separarse y el también subió al camión antes de que arrancara al ponerse el semáforo en verde. Sentí mucho sueño, realmente estaba cansado por la guardia, de repente todo se vio borroso, como en cámara lenta y cerré los ojos. Me quedé dormido. Desperté súbitamente sin saber donde estaba, cuando pude ubicarme un poco me di cuenta que estaba en el centro. Otra vez que me quedó dormido mientras voy a casa, que fastidio tener que tomar otro camión de regreso con todo el tráfico y con el hambre que tengo será un verdadero vía crucis.
Dos horas después llegué a casa, comí, me di un baño y me desconecté totalmente al dejarme caer sobre mi cama. Tenía 10 deliciosas horas para poder dormir, pero alguien tocó la puerta de mi casa. Una señora de 67 años con pérdida parcial de la conciencia, antecedentes de diabetes e hipertensión de un par de años de evolución con una probable crisis hipoglucemica por tomarse mal el medicamento. – No tenemos quien nos llevé al hospital, ¿podría ayudarnos o ver que le pasa? - . Fui por mi estetoscopio y mi baumanometro, antes pasé a lavarme la cara. Me vi en el espejo mis ojeras, mi cabello despeinado, mi boca reseca. Trató de asimilar que esta no será la primera ni la última vez que tenga que suspender el sueño para atender a alguien. – Doctor, ¿Traemos algo? – Me preguntan mis vecinos para quien toda la vida había sido el joven rebelde de casa y ahora me llaman “doctor”. Sonrió y me vuelvo a enjuagar la cara. El tratamiento inmediato para esto sin duda es una coca-cola (o cualquier cosa dulce), hay que subir sus niveles de azúcar. La señora se recupera favorablemente y alguien se ofrece llevarlos al hospital. Por fin me quedó sólo nuevamente y me recuesto en el sillón para tomar un respiro el cual me dura toda la noche y a la mañana siguiente tengo un terrible dolor de cuello y espalda, ya se que debo tomar. Estoy de vuelta en el hospital a punto de entrar y apenas siento que descansé un poco. Las horas que faltan para salir de ahí no importan, de todos modos el tiempo pasa lento una vez que has puesto un pie dentro de esa burbuja. Empieza de nuevo la acción. (Clikc aqui para oir la canción de los creditos imaginarios)

MIP. David Yaurima Parra.

domingo, 5 de abril de 2009

La television no es como la pintan (Cap 3)

- ¿Podría darme su mano doctor? -
- claro – contesté extrañado de la petición y extendí mi mano.
- Tengo miedo – me dijo y pude sentirlo mientras su mano apretaba fuertemente la mía.
- No debe tener miedo, aquí estamos con usted, todo saldrá bien si le echamos ganas –
- Gracias doctor – Contestó más tranquila y entonces vino otra contracción.
- Ya es hora, ya viene, ahora si a pujar con fuerza señora – habló mi compañero de guardia quien la haría de ginecólogo para atender el parto y yo de pediatra para recibir al recién nacido.
Al principio me resultaba extraño llamarle señora a una joven de 17 o 18 años, algunas veces hasta de menos edad. Melisa tiene 16 años, era su primer bebe y aunque no había soñado con el momento de ser madre tan pronto ahí estaba tratando de ser valiente y fuerte como se lo pedíamos cada vez que se quejaba por el dolor o se desesperaba porque aun no salía su hijo y ya eran más de 8 horas de labor de parto. Con las primigestas siempre es tardado el parto. Después de varios esfuerzos finalmente salió al mundo un pequeño bebe de 2,900grs. Es una sensación muy característica el recibir y atender a un recién nacido, se es la primera persona con quien se tiene contacto después de la madre, claro esta. Podría darle varios consejos de cómo sobrevivir en este planeta pero apenas es un bebe y lo cierto es que a veces yo me siento tan vulnerable como él y con más razón en esta ciudad tan loca, o ¿En que otro lado usarían monos para asaltar camiones, robar tiendas y aterrorizar a la gente? En la india así pasa, solo que allá los monos son parte de la ciudad y son sagrados… aquí son parte del circo y por lo general son graciosos.
Hoy es mi día libre del hospital, aunque eso no ocurre al 100% porque curiosamente aunque no este dentro de ese edificio no dejo de pensar en todo lo que pasa ahí. Esa es una de las maldiciones de ser médico y para muestra he aquí la siguiente conversación que tuve con un amigo la última vez que tuve día libre:
- ¿Que has hecho? – preguntó mi amigo mientras servia azúcar a su café, yo lo observaba pensando en que eso era demasiada endulzante para alguien que tiene mucho riesgo de tener diabetes por que su padre y madre, ambos diabéticos e hipertensos (son esas coincidencias poco románticas de pareja) seguro se la heredaron, además ha engordado un poco los últimos 2 meses y… ¿Qué he hecho?
- Ya sabes, por ahora toda mi vida se centra en el hospital, ya no he frecuentado los mismos lugares de antes y he perdido contacto con los demás – sople sobre mi café para enfriarlo un poco para disimular mi suspiro de nostalgia al no saber nada de mis demás amigos.
- Así es esto cabrón, ya nos estamos convirtiendo en adultos – Hizo lo mismo sobre su café.
- Algún día tenía que llegar ese momento, pero mejor cuéntame que hay de ti. –
- Mi vida no es más interesante que la tuya, tu si que vives al día todavía, que te puedo decir yo que me la paso en el trabajo con la misma gente de siempre. Cuéntame algo interesante de lo que haces -
- Bueno, hace un par de días paso algo que no le he dicho a nadie. Don Miguel, un paciente anciano murió en el hospital y no por viejo, un accidente medio raro, se podría decir que murió por culpa de su hija por no decirlo de otra forma. Ella le dio Nifedipino…-
- ¿Que chingados es Nifedipino? -
- Un antihipertensivo –
- ah, ¿para la presion? –
- Si eso dije –
- ¿Pa’ cuando se sube o cuando se baja? –
- ¿ANTI-HIPER-tensivo te dice algo? –
- ¡Puta madre! ¡Habla en cristiano para los cuates! –
- Olvida eso si te crea crisis emocional… el caso es que el viejo murió por hipotensión y luego insuficiencia cardiaca por el medicamento que le dio su hija –
- ¿Se le bajó la presión y el corazón ya no le funcionó bien? –
- Si, algo así. Ya estas aprendiendo –
- ¡Ahuevo!, ¡cualquiera puede ser doctor! –
- Si cualquiera puede ser doctor, todos nacemos siendo pendejos licenciados, como tu comprenderás –
- El punto es chingar al prójimo ¿no? –
- A eso te dedicas tu, yo hago lo contrario –
- Si, tu eres el antireligioso-renagado-seudohippie con bata blanca y el bueno de la película y yo soy el buen ciudadano que viste casual, católico y diplomático villano solo porque no curo gente. –
- Ves mucha tele cabrón –
- Si. ¿Oye has visto Dr. House? –
- Si –
- ¿Esta cabrón verdad? –
- Es una puta serie, no te lo creas todo –
- Estas celoso de House. –
- ¡Si! Yo quisiera llegar solo a los 50 años, tener mal una pierna y tomar analgésicos de por vida, tener una bella asistente y una jefa buena a las que nunca me cogeré porque no se si se me pare por mi adicción. Curar gente que me cae mal y vivir en el limbo de mi existencialismo –
- No’ más te falta el bastón. –
- Todavía me falta, aun soy Medico Interno de Pregrado –
- ¿Como Grey? –
- ¿Qué Grey? –
- La de la serie, Grey’s Anatomy –
- No mames, ¿todo lo comparas con la televisión? –
- Si, ¿que tiene de malo? –
- Búscate una vida y vive tu propia serie. Algún día alguien escribirá algo de eso y hará una serie sobre ti y tus interesantes aventuras en la oficina. Es más, tu que sabes, quizá ya hay alguien escribiendo sobre esta conversación. –
- Me conformo con salir en un capítulo como invitado en la serie de alguien más. No quiero que hablen de mi vida, mejor cuéntame de la tuya –
- Bueno, el otro día tuvimos un paciente que perdió un dedo porque se le atoró un anillo al bajarse de una camioneta de redilas y se lo arrancó con todo y flexor –
- ¡No mames! ¡Hasta me dolió de pensarlo! Por eso no soy doctor, ya me hubiera desmayado con la sangre y todo eso –
- No cualquiera puede ser doctor –
- Tienes razón. Me recordaste a E.R. La serie de Sala de Emergencias, estaba chida… – Prendió un cigarro… diabético, hipertenso y además fumador. Es mi amigo y quizá mi próximo paciente en un par de años.
Era mi día libre, pero tuve que estudiar. Expondré el caso clínico de la próxima sesión médica en el hospital ante todo el personal de médicos y compañeros internos. Lo cual es un gran reto salir bien librado de las preguntas que harán y de las críticas. Fue otro fin de semana que vi pasar frente a mí, como un espectador, como quien ve a alguien comerse un delicioso helado doble en el parque... así de patético, pero no más interesante.
Eso de usar monos para asaltar camiones, tiendas y joyerías no resultó ser tan bueno después de todo. En un asalto a una tienda departamental los monos llevaron entre su motín un rastreador con el que rápidamente localizaron su escondite, “gracias a la tecnología usada por la policía” comentó el del noticiero que no se mostró muy convencido al decirlo. La pandilla era de 6 monos aproximadamente y su entrenador, un viejo payaso que al ser despedido de un circo se robó a los monos que el mismo había entrenado desde pequeños. La policía tuvo que retirar los cargos por robo a los monos ya que no tenían celdas para animales y fueron encerrados en el zoológico de la ciudad. El viejo payaso ahora esta en prisión, lo cual debe ser el peor chiste que haya hecho.
Después de un buen descanso de fin de semana. Entiéndase descanso como dormir 8 horas o más seguidas, sin interrupción en una cama que no es una camilla o mesa de exploración. He llegado nuevamente al hospital con la novedad de que tenemos un par de embarazadas en trabajo de parto.
- Tranquila, tome mi mano, todo saldrá bien si le echamos ganas – le dije a Anayeli de 19 años próxima madre soltera, quien me miro con su cara de dolor pero aceptando mi mano.
- Gracias doctor – y me apretó como si quisiera que yo también sintiera su dolor. 6 o 7 pujidos más tarde la recompensa lloraba a todo pulmón entre mis brazos mientras yo terminaba de reanimarlo, limpiarlo, cortar su cordón umbilical y se lo daba a su madre para que lo conociera.
- ¡Esta hermoso! ¡Hola bebe! Vamos a salir adelante juntos –
- Será un buen chico, mientras no lo deje ver mucha televisión y que no le vaya al América – intenté bromear.
- Si doctor, pero yo le voy al América – dijo sonriendo Anayeli.
- Que culpa tiene el niño de sus malas decisiones –
- ¡ay doctor que malo! –
- lo tomaré como un cumplido -
- Y yo que le ando buscando un buen padre a mi hijo… –
- … Cuando quiera un hijo para mi paternidad tal vez la busque – Sonreí y salí de la sala para hacer mi nota.
David Yaurima P.

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