sábado, 28 de agosto de 2010
La Zorra y el Pollo
miércoles, 9 de junio de 2010
Final No 9 (Sin H)
martes, 8 de junio de 2010
Des-encuentros (¡Con moraleja incluida!)
miércoles, 2 de junio de 2010
Cavilaciones de inodoro I (Influenza Acheuno Eneuno)
... y eso es todo lo que tengo que decir acerca de eso.
David Yaurima P.
jueves, 20 de mayo de 2010
Cuentos de microondas
Desamores Perros
A esta hora debe estar llegando de las clases de francés, supongo que no tardará en darse cuenta de mi ausencia y no tengo muy claro como va a reaccionar, si algo puedo agradecer en este momento es no tener que estar ahí para verlo. Probablemente los mejores recuerdos que tendré de Regina serán esas noches de incienso de sándalo tirados en la alfombra, solía divertirse tanto contándome las historias de una infancia llena de pasteles, globos con agua y lodo, y cantándome en un francés mal hecho hasta que sus risas dieran paso a un pequeño ruido que no alcanzaba a ser un ronquido pero delataba su partida a un mundo de sueños, lucía tan linda abrazada a mi cuerpo y yo... yo era tan feliz. Probablemente el único recuerdo que pueda competir con aquél es el de los paseos por el parque, siempre se veía tan hermosa pero en especial cuando se enfundaba en aquél vestido de grandes tulipanes amarillos y se ponía los taconcitos blancos, caminábamos siempre al mismo ritmo, parecíamos como estar sincronizados; Regina siempre se dirigía al mismo columpio, dejaba los zapatos a un lado y con un poco de esfuerzo lograba meterse en aquél armazón diseñado para un trasero mucho más pequeño, yo me sentaba a unos veinte metros de ella a verla reír cada vez mas fuerte a medida que la velocidad del juego aumentaba. La última vez que paseamos juntos por el parque apareció “él”, se sentó en el columpio de a lado, tuvieron una corta conversación y ella dibujo algo en su mano, nos fuimos, ella sonriendo yo desorientado. Después de eso no volvimos a ir al parque juntos, empezó a llegar excesivamente tarde del francés y muy cansada para cantarme o algo así, definitivamente había pasado algo entre nosotros, pero ayer todo quedó para mi bastante claro cuando los encontré haciendo el amor en nuestra alfombra, sin embargo lo entendí, como competir con eso cuando yo sólo soy un golden retriever y él es un hombre de verdad.
Adriana Sarabia ( más cuentos y desbarios de la monstrua en su hoyo comegente, visítalo en http://elhoyodelmonstruocomegente.blogspot.com/ )
Palabras Clave: Tulipanes, perro, columpio, incienso y pastel.
Otra de esas tontas historias de amor que le suceden a cualquiera
Hace poco más de un año la conocí en un bar. Había visto cientos de mujeres entrar al lugar pero ninguna como ella. Traía puesto un vestido de novia rojo, el cabello negro rizado, peinado como cortesana, los ojos llorosos con ese toque tan coqueto que da el maquillaje corrido por las lágrimas y un escote que despertaba la curiosidad de cualquiera. Me acerqué y saludé, me ignoró. Invité un trago, sonrió apenas un poco para rechazar con la cabeza la invitación. Me senté a su lado sin decir nada. Pasaron diez intensos minutos de compartir silencios entrecortados por respiraciones y sollozos. Encendí un cigarrillo y le ofrecí uno por cortesía, esta vez lo aceptó y después de darle dos o tres fumadas saboreando el humo, me preguntó que quería. – Hacerte compañía hasta que te canses de mi o yo de ti, lo que suceda primero, tengo tiempo – Sonrió aceptando el reto y ordenó dos tequilas. Bebimos tanto entre anécdotas, risas, mentiras y verdades a medias, que nos enamoramos esa misma noche. Me traicionó mi maldita necesidad de pertenecer a algo y alguien, y la morbosa curiosidad de que tan lejos podría llegar. Ella tenía un no se qué, que no se como y no tuve más remedio que pedirle que se casara conmigo a pesar de que antes me daban más nauseas pensar en bodas y fiestas familiares que despertar crudo en un carrusel funcionando, preguntando dónde estaba y cómo había llegado ahí. Apostaron que no duraría mucho. Pero yo sigo esperando eso que dicen, de que siempre le viene bien a uno sentar cabeza. Si de eso se trataba, una almohada decente hubiera sido suficiente para sentar la mía cada noche.
David Yaurima Parra.
Palabras clave: Rojo, boda, tequila, sabor y almohada.
Finalmente el ejercicio fue interesante, divertido y desestresante. Lee, vota, comenta, opina y decide quien gana! Si te interesa hacer Cuentos de microondas envia un sms, msj, email o señal de humo para incluirte. Saludos.
sábado, 1 de mayo de 2010
Libertad, Igualdad, Fraternidad
Ella se llamaba Libertad y su mejor amigo Roberto, era como su hermano. Tardó dos meses para convencerla de que fuera su novia porque siempre decía que “Todos los hombres son iguales” y no quería lidiar con un desplante o infidelidad más. Roberto, al cual no paraba llamar pedazo de mierda porque ya no era ni siquiera un amigo lejano, pero tampoco era su enemigo, se lo advirtió varías veces desde que eran adolescentes: “Todas las mujeres son iguales, todas, sin excepción”, también solía decir “Entre más bonita más cabrona” y “El dinero es el mayor afrodisiaco femenino que existe”. Se lo había dicho su padre, cuyos conceptos sobre igualdad, belleza, riqueza y otros asuntos, eran aun abstractos para su corta edad hasta que lo vivieron en carne propia. No sabía que le dolía más: el hecho de que Roberto sólo tardo 2 horas hablando con ella para follársela en su Hummer nueva o que esa vez prefirió no ir en busca de zorraventuras y alcohol con todos los demás para estrenar la camioneta por no serle infiel a ella. Roberto juró que se veía “tan diferente” que la confundió con una puta, ahora estaban seguros de que lo era. Ella dijo que se le subieron las copas, perdió el control y no supo lo que estaba pasando, que él se aprovechó. Aunque eso no fue precisamente lo que se vio en el video en internet que uno de sus amigos grabó “sin querer”. Lo que queda claro es que de noche y pedos, de verdad que todos somos iguales. Ahora que no tenía novia, levantando en un brindis solitario su cerveza, con todo y su orgullo herido de perder un amigo que fue como su hermano se le oía decir con la voz entrecortada desde un rincón del bar: - ¡Que viva la fraternidad!, ¡viva la igualdad! ¡y que chingue su madre Libertad! ¡Salud! – Todos nos pusimos de pie en una ovación que le soltó unas lágrimas. En un gesto fraternal y para ponernos a tono con él, alguien puso a cantar a Pedro Infante en la sinfonola de lugar con “No volveré” y uno a uno con nuestras adoloridas voces recordando algún amor infortunado cantamos en coro desafinado la que fuera su última canción, pues en medio de la confusión del sentimiento colectivo, nadie lo vio salir, ni si quiera dijo adiós, pero dejó pagada la cuenta y se fue para jamás volver como dijo la canción.
David Yaurima P.
Soundtrack del cuento: Los Violadores - Elimno (Libertad, Igualdad y Fraternidad), Volovan y Ximena Sariñana - La luna, Pedro Infante - No volvere.
domingo, 11 de abril de 2010
Memoria Muerta
Para variarle un poco y a la vez no tanto, subo este cuento que es la primera vez que vera la luz del mundo desde que lo escribi. Apenas lo he "remasterizado" un poco y adapatado a la pantalla chica.
Memoria muerta
Hoy se cumplen 5 años de la muerte de Don José. Pobrecito, si supiera en que acabó todo el problema que lo llevó a su fin ¡se levantaba de su tumba y nos mataba a todos! Es por eso que para estar segura de que no fuera a pasar eso me esperé tantos años y aquí estoy para contarle toda la verdad ahora que ya descansa en paz, ahora que ya se lo comieron todito los gusanos y que ya no puede salir ni por obra divina. En fin, alguien tenía que decírselo y me sentí obligada a hacerlo yo, después de todo también estaba involucrada más de lo que se imaginaba, pero soy la única que le he traído flores a su tumba cada año.
Espero, Don José, me dispense por toda la cantidad de infamias que le voy a relatar y por sentarme aquí en su tumba. Empezaré desde el principio de este embrollo pa´que se acuerde bien de todo, no sé si los muertos tengan memoria con eso de que hacen cada cosa cuando están vivos que no creo que valga la pena recordar estando muerto, pero por si las dudas, ahí le va.
Todo empezó el día en que a Liliana, su hija, se le metió en la cabeza irse del pueblo a la capital, yo misma fui una de las que le aconsejó que lo hiciera. De eso, a quedarse casada con el joven Enrique, tan macho y tan engreído. Usté no supo nunca, pero el Enrique ya se había echado a casi todas las mujeres de su servidumbre y hasta había embarazado a la pobre de Amparo y para tapar el chistecito se la entregó a uno de sus trabajadores para simular que este la había preñado, pero esa niña ya traía premio antes de que el Pancho la hiciera suya, ese chamaquito es hijo del Enrique y no lo puede negar, el niño tiene el apellido Casas pegado en la cara. La niña Liliana le conocía esas mañas, si más de una vez el Enrique trató de hacerla suya por la fuerza pero no lo consiguió, usté le enseñó a defenderse bien a la niña Liliana, de ahí porque se le rebelara tanto, pero pos esas ya son cosas de familia, su mujer también se le rebeló a sus suegro pa´irse con usté y ya ve que la vida se las cobró con la niña Liliana. Se veía tan bonita cuando era chamaquita con su vestido de colores que se perdía entre las flores y cuando me mandan a buscarla pa´comer, no mas no la encontraba. Y cuando se agarraba a golpes con los demás niños, ¡uy!: “cuerpo de niña y puños de hombre” decía usté riendo cuando llegaba con su carita sucia y contándole con detalle la pelea. Aunque siempre quiso un hombrecito, diosito le mando algo mejor y si no es así, que dice de cuando de la noche a la mañana se hizo señorita y ahora si que como coyotes le aullaban todas las noches en su ventana a la niña Liliana. A todas nos gustaba oír como cantaban los muchachos y usté que siempre nos mandaba a espantárselos o saldrían a recibirlos a balazos. Todos se daban por vencidos después de tanto rogarle, más parecía que primero tenían que conquistárselo a usté que a la niña Liliana. Si ella no era tonta, no cualquiera robaba su atención, no era tan enamorada como su prima y mejor amiga, Josefina, que se fue con un campesino joven, luego lo dejó por un maestro que llegó al pueblo y acabo quedándose con Gonzalo, el doctor viejo que ya no daba una, pero pos el ya se iba de regreso a la capital y a la Josefina eso le convenía y pos allá fue a dar. Nunca le dio chance de sentir el amor a la niña Liliana, pero Josefina se encargó de contarle muchas cosas, desde la primera vez que se entregó a su maestro de piano y como su hermano de usté, Don Alberto, al descubrirlos de la mano, corrió al maestro del pueblo. ¡Que bien sabía tocar el piano la niña josefina! y desde esa vez dejó de hacerlo, su hermano murió y aunque le encargó a la niña josefina usté le puso mas atención a las tierras y los bienes. También Josefina le contó a la niña Liliana cada aventura que tuvo con algunos de sus criados y peones y hasta le daba consejos para cuando a ella le llegara la hora, pero ella como iba a saber de que hablaba la Josefina si apenas y sabía que era un hombre porque usté no hablaba de esas cosas con ella. Desde que su mujer murió usté debió haberse hecho cargo de esas cosas, hasta en el momento que la niña Liliana se estaba haciendo señorita. Yo le enseñé lo básico, pero Josefina le enseñó todo lo demás, hasta cosas que yo no sabía. Cuando la niña Josefina se fue, la niña Liliana le lloró como si se hubiera muerto y es que no es para más, la capital parecía tragarse a todo aquel que se iba para allá, nadie regresaba a este pueblucho que dios no olvidaba pero lo había puesto lejos de su vista. Hasta que llegó el joven Ricardo, el mismito del que se enamoró la niña Liliana y el mismito que estuvo con usté antes de morir.
La mañana en que lo vi llegar solo traía una maleta y una ropa de esos que visten los de la capital: pantalones de mezclilla de fábrica, zapatos muy andados, camisa elegantiosa de cuadros y lentes oscuros, inmediatamente vi al diablo oculto detrás de esa sonrisa que me pidió agua, no era muy guapo pero tenía la mente muy despierta, tanto que logró sobrevivir bien en el pueblo a pesar de que no lo veían con buenos ojos por venir de la capital, quien sabe que negocios venía buscando por acá, pero conquistó a la niña Liliana. Las cosas empeoraron justo cuando la niña Liliana le dijo que se estaba enamorando del nuevo maestro de música de la escuela del pueblo y que quería presentárselo, usté ni su nombre quiso saber. Luego cuando contratamos a alguien para que pintaran la casa y el mural de los caballos en la entrada, la niña Liliana apenas le insinuó que se estaba fijando en el pintor, que usté ni siquiera se tomó la molestia de conocer, porque como siempre estaba ocupado echándole pleito a todo mundo, que de hecho fue contratado por Mario, su hombre de confianza, pero a quien yo le sugerí que contratara ese pintor porque la niña Liliana me lo pidió. Yo sabía que las cosas no acabarían bien cuando usté me pidió que envenenara al pintor y al maestro de música. Usté sabe que cada cosa que me pedía yo la hacía, ¿Qué ya no se acordaba la cantidad de veces que me tuvo en su estudio, en el establo? ¿y en las noches que me llamaba a su cuarto para tenerme con más libertad y sin que nadie nos viera? Nunca lo supo pero entre encuentro y encuentro me enamoré de usté y siempre fui suya las veces que quiso y sin negarme. Y aunque la primera vez me tomó a la fuerza cuando su esposa tenía medio año de muerta, se la perdoné porque sabía la necesidad que tenía de una mujer y yo aun era joven y mi cuerpo no había sido tocado mas que por el cura pa´bautizarme. Sabiendo eso con más razón me tomó y no le importó que Mario me procurara desde hace tiempo, yo estaba enamorada de él también, pero cuando supo que usté me había tenido a la fuerza me despreció, pero igual me tuvo algunas veces también, solo cuando usté no se daba cuenta o andaba con otras mujeres. Yo siempre hice muchas cosas por usté, pero matar ¡jamás! Se que más de una vez se deshizo de otras personas así, desde Emilio Trejo, su eterno rival en el pueblo, hasta el padresito Ramón quién supo muchas cosas más que nadie de usté por secreto de confesión. Don Emilio y usté se odiaban tanto, pero él más a usted y como no, después de todo usté le robó a la niña Estela, la mujer con la que se iba a casar por ordenes del padre de ella y que al final huyó con usté y luego tuvo el descaro de vivir en la hacienda de su padre al otro lado del pueblo en vez de llevársela lejos. Fue tanta la rivalidad que también le mató a su hijo temiendo que esté se fuera a robar a la niña Liliana y ellos apenas y se conocían, eso nadie lo supo. Todos siguen creyendo que se lo trago el río aquella noche de tormenta donde lo vio pasar en su caballo y le llamó y a la primera oportunidad que tuvo le disparó en la cabeza y no más acercó el cuerpo a rio y la naturaleza se encargo de esconderlo por usted, yo vi todo desde la casa y me lo calle como su cómplice. Usté hizo mucho daño y nadie supo de eso hasta que murió.
Con tal de que su hija no se le fuera, fingió estar enfermo y agarró al primer extraño que pareciera doctor y le pagó para que le siguiera el juego de su extraña enfermedad. La vieja Mercedes, su más antigua criada, lo dijo: – ese no tiene pinta de doctor, parece bohemio de arrabal –. Pero usté se creía muy listo y a nosotros nos creía muy tontos, pero por temor de que nos fuera hacer algo también fingimos. Sabía que la niña Liliana no se iría con un hombre si sabía que usté estaba enfermo. El extraño doctor resultó ser buen actor porque hasta se volvió su amigo, tanto que como yo no quise hacerle el “trabajito” de deshacerme del pintor y el maestro de música, se lo pidió a él y después también lo mataría para que no hablara, pero Don José, las cosas se le voltearon porque entonces si se enfermó de verdad de tantos corajes con sus rivales y quien sabe que cosas más que traía en la conciencia. El doctor “mató” al pintor y al músico, a quienes usté ni conocía y solo porque su hija se había enamorado de ellos bastó para sentenciarlos a muerte y al doctor, como lo vio muy desinteresado por su hija y su hija igual, creyó que no se iban a enamorar, pero Don José, lo que usté no sabía era que él doctor de nombre Ricardo, llegó al pueblo siendo un total extraño para todos, ganó sus primeros centavos como músico, se sostuvo pintando casas y se hizo rico siendo su supuesto doctor y cómplice que hasta lo trajo a vivir a su casa. La niña Liliana quiso presentarle al joven Ricardo más de una vez, pero usted no quería saber de nadie. Ambos sabían que usté se opondría a su relación, pues hasta se negó a que ella se fuera a la capital a estudiar para mantenerla vigilada creyendo que se enamoraría de algún hombre vividor en cuanto llegara. Ellos se amaron tanto que intentaron por todos los medios que lo aceptara, hasta que usté mismo lo dejó entrar un día que lo vio con su ropa de la capital, creyendo que recién había llegado justo el día que pensaba regresarse porque no le estaba yendo bien. Lo contrató para que fingiera ser su doctor y ¡claro que aceptó! Desde ese momento Liliana se quedó con usté, no por su enfermedad, sino por su doctor y aunque solo ganó tiempo, ellos lo aprovecharon para planear todo, le darían la sorpresa de que se casarían, pero usté se las dio cuando le pidió a Ricardo que matara al pintor y al maestro, siendo que eran la misma persona los tres como todos en el pueblo le tenían miedo, nadie se molestó por informarle lo que pasaba. Como empezó a descubrir la farsa y vio que su hija se estaba interesando en el doctor, yo no podía permitir que siguiera haciendo maldad y yo misma les informé los planes que usté me confesó la última vez que estuve en su cama. Mario también estaba preocupado porque usté empezó a sospechar que le robaba, pero si ya se le estaban acabando las riquezas era porque había descuidado sus tierras y el ganado y el pobre Mario no podía hacer nada si usté no daba la orden, a pesar de que siempre lo aconsejaba bien. Se volvió un estorbo para todos y Liliana al enterarse de otras más de sus malas acciones y hasta de que su madre había muerto porque usté creía que le estaba siendo infiel y la golpeó tanto que la pobre no se levantó de su estado y luego enfermó hasta que murió, se molestó tanto con usté que también aceptó el plan para eliminarlo. Fue sencillo, ella le contó de la supuestas muertes de los hombres en los que ella se había fijado y usté según se empezó a sentir mejor, el doctor llegó como de costumbre a darle su “té medicinal” que yo misma había preparado, esta vez con un unos hongos venenosos que Mario había traído del campo, de sus tierras. Su hija lo entretuvo hablando mientras usté se lo bebía todo y después, su supuesta enfermedad lo mató, el viejo Don José murió de una extraña enfermedad fue el dictamen del doctor. – ¡Se lo merecía! – pensaron casi todos en el pueblo, Mario cargó su cuerpo y lo envolvió en sabanas, yo llamé al padre quien aun sabiendo que estaba muerto tenía miedo de ir hasta la hacienda a darle la bendición, por temor a que se fuera a levantar de repente. Ricardo, Según las habladurías de la gente, resultó ser doctor que había llegado al pueblo a probar suerte como pintor y acabo de músico, pero fue usté quien se dio cuenta que era doctor y lo contrató exclusivamente para la hacienda, de ahí porque el joven Ricardo tenía mucho dinero, usté hizo que la historia se tejiera más fácil. Mario, Ricardo, Liliana y yo fuimos a su funeral. Ricardo y Liliana se fueron a vivir a la capital. Él empezó a estudiar medicina y Liliana se interesó en la pintura. Nos dejaron cuidando la hacienda a Mario y a mi, yo me casé con él, aun estábamos a tiempo, después de todo el era el segundo hombre en mi vida y ahora dormimos en su cama. A veces sentimos como si estuviera ahí, pero no nos da miedo, ya no nos puede hacer nada. Mario sacó adelante la hacienda y devolvió parte de las tierras que usté había robado a los Trejo, así se acabaron los pleitos de tantos años y hasta se asociaron con nosotros para seguirlas trabajando. Tan fácil que era hacer las pases.
A cinco años de su muerte las cosas cambiaron tanto y no es por nada pero creó que estamos mejor sin usté. Estoy aquí trayéndole flores porqué siempre fue bueno conmigo, por lo menos nunca me tuvo como su enemiga y aunque me trataba mal a veces, en el fondo sabía que era la única mujer constante en su vida después de su difunta esposa. Se me olvidaba mencionarle algo, si estuviera vivo hubiera conocido a alguien que quizá lo hubiera calmado, se llama José Ricardo y es su nieto. No se preocupe, él solo conocerá la historia de su extraña enfermedad y de cómo usté pidió que se casaran sus padres antes de morir heredándoles todo. Liliana y Ricardo llegaran al rato a la casa. Ya deben haber terminado la comida, así que iré a ayudarles con lo que falte. Ricardo será el próximo doctor del pueblo, el domingo el padre dará la bendición a la nueva Unidad Médica San José y todo gracias a usté. Que descanse en paz, pero admita que se fue debiéndole a la vida y aun así estamos a mano. Pero ya nos volveremos a ver y espero que ya todo este perdonado y olvidado… Aunque aun me pregunto si los muertos tendrán memoria.
by David Yaurima P.
Nota: Gracias por continuar leyendo este blog a pesar de todo este tiempo de ausencia.